"Vamos a organizar una convención para explicar con pasión y sentimiento los valores del PP adaptados a la España del 2020". Si parecía que aún quedaba algún escombro del 'marianismo', el mantra que se repite en los últimos días desde la dirección nacional parece constituir la muerte definitiva del discurso mantenido durante toda una década.
La propuesta de la ejecutiva de Casado pasa por realizar una "actualización", según denominan, que realmente representa una revisión de las ideas que han dominado Génova durante la última década.
En un nuevo contexto del centroderecha fragmentado, Casado quiere literalmente 'comerse' a VOX copiando algunos de los capítulos más polémicos como el referido al asunto de la inmigración. Es el fin de la 'teoría Arriola', diseñada por el defenestrado Pedro Arriola (marido de Celia Villalobos y asesor del PP hasta 2018), que apostaba por crecer en el centro para aumentar el espacio político. Algo que no pasa por "la vuelta a las esencias" que incluye caras de la talla de María San Gil.
La estrategia del presidente intentará evitar la pinza que ahora sufre con Ciudadanos y la formación de Santiago Abascal, aunque el riesgo es evidente: el votante prefiere el original a la fotocopia. Ahí tienen el auge de ERC y la eclosión de Convergència, hundida tras el giro hacia el independentismo más duro.
Pero, sin duda, Casado se está jugando su futuro en estas elecciones municipales y autonómicas. El único barón fuerte es el antiguo 'sucesor virtual' de Mariano, Alberto Núñez Feijóo, el último que mantiene una mayoría absoluta. Y él, precisamente, ha pedido un cinturón sanitario hacia la extrema derecha. Todo lo contrario que defiende Casado.
A pesar de todo, el barón gallego será el único que participará oficialmente en el próximo plenario de la Convención Nacional, con un partido minado de líderes. Ya no existen una Cifuentes o una Aguirre capaces de llenar mitines. Ahora, las candidaturas se presentan con caras menos conocidas, bajo la sombra del todopoderoso líder y con serio peligro de perder plazas simbólicas como Madrid, donde hay preparadas complejas alianzas para repartir Comunidad y Ayuntamiento con Ciudadanos.
Un golpe de efecto
Con la expulsión de Soraya y el final del contrapeso de su gran aliada, María Dolores de Cospedal, ahora Casado tiene vía libre para imponer su visión del partido. Y lo demostrará en ese próximo cónclave.
El nuevo equipo del presidente, que debe labrarse un perfil público con rapidez, se plantea estas elecciones como la presentación en público de "un partido renovado y fortalecido, moderador del centroderecha y aglutinador del constitucionalismo". Quizás el final de esa "derechita cobarde" que tanto acostumbran a repetir desde la extrema derecha.
Casado apuesta por marcar distancias con VOX diciendo que ellos representan "el sentir mayoritario de la derecha española", aunque hay muchas coincidencias: un discurso muy duro contra la inmigración, hablar de 'violencia doméstica' en lugar de 'género', un rechazo fuerte a los movimientos feministas y un discurso implacable contra el independentismo aunque, eso sí, manteniendo apoyo al sistema autonómico.
El líder popular sabe que se juega mucho en la cita de mayo, sus primeras elecciones a nivel nacional en su liderato. La vía, sin duda, será similar a la andaluza: implicarse al máximo en las campañas electorales, casi como cabeza de cartel y sobre todo en plazas importantes como Madrid o Valencia. De ello, dependerá su golpe de efecto contra una oposición interna completamente minada. Y que nadie le cuestione dentro de los muros de Génova.