Entre uno y dos millones de personas se dieron cita este sábado 1 de julio en la manifestación del orgullo gay de la capital, que reivindicó un año más los derechos del colectivo LGTBI. A pocos kilómetros, en el Wanda Metropolitano, el streamer Ibai Llanos celebraba la tercera edición de su velada del año, una noche de boxeo que mezcla a famosos e influencers y que, pese a no emitirse por ningún medio tradicional, logró batir récord en Twitch con más de 3,44 millones de usuarios conectados al mismo tiempo, pese a los cortes de la plataforma.
No se trata de comparar magnitudes, porque son incomparables. La audiencia de Twitch es mundial, mientras que la manifestación del orgullo es local. En cualquier caso, tampoco hay que quitarle mérito a ninguno de los dos eventos, ya que ambos fueron en sus respectivas categorías un éxito absoluto.
El problema está en que ambos eventos se dirigen a un tipo de público muy distinto, y es más que probable que los de uno desconozcan la existencia del otro, y viceversa. Decía un estudio reciente que ocho de cada diez jóvenes elegían las redes sociales para informarse. Sin embargo, las redes sociales no están diseñadas como una plataforma de información. Son aplicaciones fundamentadas en contenido subido por otros usuarios que tienen un único objetivo: atraparte todo el tiempo que sea posible, evitando que te marches a cualquier otra tarea o aplicación.
El problema del algoritmo y la cámara de eco
La forma de conseguirlo son los tan cacareados algoritmos de recomendación, que tantas horas dedican empresas como Facebook o TikTok a mejorar. Al final no se trata de que compartas ninguna información personal con estas redes, en cuanto hayan podido observarte durante un rato son capaces de elaborar un amplio perfil sobre ti: sexo, orientación sexual, intereses, lugar de residencia, edad, etc. y suelen fallar poco.
El resultado son las denominadas cámaras de eco: la red social quiere que pase ahí todo el tiempo posible, por lo que va a ir mostrándote sólo aquellos elementos que considera de tu interés, aquellos en los que pasas tiempo o más veces haces clic. Poco a poco, esa cámara de eco se va formando, y aquellas cosas que no considera vayas a prestar atención, por muy interesante que sean, directamente serán ignoradas. Para cualquier compañía tecnológica, la ordenación de contenidos mediante algoritmos siempre será infinitamente más barata que la curación manual con un editor.
Por si fuera poco, las redes sociales han optado en los últimos años por las estrategias de ultrapersonalización. Se acabaron la listas de "trending topics" o tendencias globales: ahora estas listas también están personalizadas.
Sólo la curiosidad del usuario puede vencer al algoritmo
Lo cierto es que, al final, el problema tiene difícil solución, y ésta está sobre todo en la mano del usuario, ya que pedirle algo a la compañía tecnológica sería demasiado. Es necesario que sea el propio usuario de la red social el que "des"-eduque al algoritmo, siguiendo cuentas y contenidos ajenos a su forma de pensar. Y, desde luego, esta no es una tarea fácil.