Conrado Ramos Estrada se había acostumbrado al uso de mascarillas desde hacía mucho tiempo. Mucho antes que el resto del mundo. Su nariz había adquirido una forma tan bulbos que este pintor y obrero de la construcción de 57 años tenía problemas para comer y respirar, motivo por el que había decidido taparla por completo.
"Me miraban fijamente", lamenta a The Post, este hombre que reside en Portchester, Nueva York. "Los nichos le preguntaban a sus madres qué me había pasado y yo lo evitaba usando una mascarilla todo el tiempo".
No se trataba de una simple molestia cosmética, su enorme nariz también podía obstruir su respiración, causar ronquidos y, funcionalmente hablando, simplemente le estorbaba. "Había llegado hasta mis labios y cada vez que comía tocaba la cuchara".
Ahora, sin usar la mascarilla por motivos simplemente estéticos y con su nariz operada, sus familiares por fin han conseguido ver a Estrada sonriendo. Todo, gracias a un encuentro casual con el cirujano plástico Thomas Romo, director de cirugía reconstructiva plástica facial del Hospital Lenox Hill. Este médico conoció a Estrada cuando fue a su casa en Bronxville para pintar hace unos cinco meses.
Rinofima
Durante años, Estrada había sufrido una nariz desfigurada por rinofima. Las personas con esta afección tienen la piel engrosada, con granos y hoyuelos en la punta de la nariz debido al agrandamiento de las glándulas sebáceas. Se desconoce cuál es la causa de la afección, aunque se ha clasificado como una forma de rosácea, una enfermedad inflamatoria de la piel.
La rinofima es rara y afecta predominantemente a los hombres. Por lo general, comienza a desarrollarse en la mediana edad y puede crecer sin control en ausencia de una intervención quirúrgica. "No había visto un rinofima en unos 20 años", dijo Romo, que realizó la operación de Estrada de forma altruista a través de su fundación Little Baby Face, dedicada a brindar cirugía para niños desatendidos con deformidades faciales.
Unos días después del primer encuentro en la casa del médico, Estrada estaba en la sala de operaciones. Ahora, cuatro semanas después de la cirugía, Conrado ha vuelto al trabajo y tiene una vida normal. Estrada dijo que la reacción de los seres queridos ha sido "enorme" y está muy agradecido a su médico. "Creo que Dios envió un ángel para que me cuidara, y así es como veo al doctor Romo", asegura.