La población española ha comenzado el 2020 cogiendo el toro por los cuernos de una manera un tanto diferente, y es que son muchos los que se han sometido a operaciones de engrosamiento de pene. Este tipo de intervenciones quirúrgicas son cada vez más solicitadas entre hombres cuyas edades oscilan entre los 30 y 50 años.
Es el caso de Juan, que a sus 51 años decidió aprovechar unos días libres fuera del trabajo para desconectar. Al menos eso fue lo que le comentó a sus compañeros y amigos, pero en realidad su objetivo no era pasar unos días en la playa para ponerse más moreno, sino que quería agrandar su miembro viril. Y lo hizo, ya que se sometió a una operación que se conoce como faloplastia, un procedimiento que consiste en un ensanchamiento del perímetro del pene. El proceso no es lento ni tampoco muy complejo, pero a más de uno le da que pensar. Sin embargo, finalmente decidió someterse a él, aunque necesitó unos días fuera de la vida rutinaria a la que estaba acostumbrado.
A pesar de estar consideradas como tabú, el imaginario colectivo podría estar acostumbrado a tener en cuenta las operaciones de alargamiento como algo que los hombres podrían llegar a valorar una vez alcanzan a edad adulta. A pesar de que serían las primeras que nos vienen a la mente, en este caso se trata de un aumento del grosor del miembro y por tanto, son completamente diferentes. Si muchos hombres y mujeres suelen valorar la longitud del miembro como requisito en una relación sexual, están también aquellos y aquellas que consideran que un mayor grosor es muy conveniente.
El especialista de la Clínica Fuensanta (Madrid) que le operó, el doctor Manuel Fernández Arjona, explica las ventajas con las que los hombres cuentan cuando deciden someterse a la operación, aunque quiere dejar bien claro que el proceso tampoco hace milagros, ya que la media entre lo que el grosor suele aumentar se sitúa entre los dos y cuatro centímetros. Aunque suene a poco, el profesional asegura que "es una barbaridad", pese a que previamente podamos pensar lo contrario. Además, recomienda que este tipo de intervenciones quirúrgicas han de ser realizadas y estar supervisadas por urólogos. Él ha realizado más de 200 intervenciones y ha sido últimamente cuando ha notado que "la gente va preguntando más por ellas".
¿Cuestión de autoestima?
Juan, nombre ficticio con el que este hombre ha concedido una entrevista al diario El Español hablando de su operación, no se lo ha comentado a ninguno de sus allegados por miedo a las posibles reacciones que pudieran tener al enterarse de la noticia. Aún sigue siendo un tema tabú y por ello, la única que lo sabe es su mujer. Afirma que se trata de algo "muy íntimo" y confiesa que no quiere contarlo para que no piensen que lo ha hecho por "necesidad". De cualquier forma, apunta a que el secretismo es "absurdo": "Es como el que se apunta a un gimnasio para sentirse mejor, no tiene por qué estar gordo".
Sea como fuere, este tipo de operaciones han sido cada vez más demandadas en clínicas privadas, donde competentes urólogos se encargan de los procedimientos adecuados para llevarlas a cabo. Se ha vuelto tendencia y además, estos expertos aseguran que ni siquiera el 90% de los que deciden pasar por el quirófano lo necesitan. Entre ese porcentaje también se incluye el caso de Juan, ya que él nunca había sentido ningún tipo de inseguridad. De cualquier forma, le surgió interés tras verlo en la red y nadie pudo pararle, tampoco su mujer.
"Fue todo muy rápido [...] Si lo hubiera pensado en frío no lo hubiera hecho, pero estoy muy contento. Lo noto en la autoestima, me siento más seguro", admite. Este pequeño cambio en su vida le ha costado la friolera de 6.000 euros, pero él reconoce que el tratamiento ha merecido la pena porque sus relaciones sexuales "han cambiado a mejor", pues según sus palabras, puede complacer a su mujer en mayor medida.
Existen dos procedimientos para engrosar el pene. Uno de ellos es más agresivo, aunque asegura uniformidad, mientras que el otro no. De una manera u otra, el más frecuente no es el más agresivo, pues únicamente consiste en utilizar la grasa abdominal o de la cara interna del muslo del propio paciente, para ser posteriormente inyectada en la fascia de Buck del pene. Sin embargo, el tratamiento podría no ser tan efectivo, por lo que son muchos los que luego vuelven, ya que mucha de esa grasa inyectada se reabsorbe.
La longitud media del pene de los españoles es de 13,58 centímetros y su grosor, en ambos casos con el miembro erecto, roza los 4 centímetros. Fernández Arjona considera que un pene pequeño estaría por debajo de los siete centímetros de longitud, aunque no se aplica de la misma manera si hablamos del grosor. "No hay una medida específica establecida en torno a cuánto es demasiado delgado", reconoce.