La ola de la extrema derecha que sacude a Europa, Estados Unidos y algunos países latinoamericanos como Brasil, llega a Suecia con la mayor fuerza. El país escandinavo afronta elecciones este próximo domingo 9 de septiembre y el líder de la formación Demócratas Suecos (DS), Jimmie Akesson, tiene posibilidades de llegar al Palacio de Rosenbad, sede del Ejecutivo.
El DS forma parte del 'alt right' que ya ocupa poder en la Italia de Salvini, el Estados Unidos de Donald Trump, la Austria del FPÖ (que controla las carteras de Interior, Defensa y Exteriores) o la Hungría de Viktor Orbán.
No hay que olvidar que algunas de estas plataformas proceden de partidos que, anteriormente, representaban los postulados liberales y conservadores que caracterizan a parte del arco de la derecha, pero en ningún caso al giro extremista que se presenta en estos momentos. En estos cambios en el timón que mencionamos, destacan la Liga Norte y Alternativa por Alemania.
Y el poder de influencia no es irrelevante. Alternativa, por ejemplo, ha tenido una gran responsabilidad en el cambio del discurso político que se vive en el país germano. El SPD, es decir, la socialdemocracia alemana (aquella que vive una especie de camino en el desierto tras sostener a Angela Merkel), está abrazando algunos postulados como recortar derechos a la inmigración.
El auge de partidos que lo cambian todo y que anteriormente eran marginales, cuenta con un país que ha sido señalado en varias ocasiones: Rusia. Las acusaciones de injerencia, difusión de fake news y financiación por parte de Moscú han sido una constante con el cúlmen del Brexit y la llegada de Trump.
¿Existe esta injerencia rusa? ¿Intereconomía? ¿VOX?
Señalamos en este punto la curiosa casualidad de que Intereconomía emita la señal de Russia Today en español, la cadena oficialista del Kremlin, durante varias franjas horarias. Y, también la obsesión de este medio por hacer campaña por VOX y HazteOír.
Debemos destacar la gran cantidad de bulos que están recorriendo las redes en torno al rechazo de inmigrantes, por ejemplo. Estas ideassuelen calar entre la población porque confirman un pensamiento latente y otorgan cierta legitimidad a aquellos que reciben esa información. Por ello, una simple impresión puede servir para convencer a los receptores del mensaje.
Esa es la doble vara de las redes sociales: nos ayudan a ser más críticos y estar más informados y, por otro lado, sirven para difundir informaciones falsas que ayudan a fortalecer estas ideas.
El Brexit, por ejemplo, fue uno de los focos con mayor intervención de este tipo de informaciones. Algunos medios destacaron las reuniones entre el empresario británico, Arron Banks, gran impulsor de la salida de Reino Unido de la UE, con el embajador ruso Alexander Yakovenko: hasta once veces en los meses previos a la consulta.
El asunto ha sido de tal calado que algunos expertos llegan a atribuir la victoria de Donald Trump a este tipo de acusaciones. No sería baladí, ya que se trata de una injerencia entre dos países que anteriormente se vieron enfrentados durante medio siglo a cuenta de la Guerra Fría. La polémica llegó incluso al Senado, con la comparecencia de la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg; y el director general de Twitter, Jack Dorsey. Allí reconocieron esta realidad y llegaron a señalar hasta 10 millones de informaciones falsas a la semana.
En España, la última controversia se ha materializado en la crisis del Aquarius. El que escribe estas palabras llegó a ver una fotografía con basura en el suelo y el siguiente lema: "un inmigrante ha tirado la comida que le han regalado". Y la gente lo creyó sin cuestionarse la posibilidad de que esa basura hubiera sido dispersada (¡por ejemplo!) por un miembro de Hogar Social.
Siria, Mar Negro, debilidad de la UE, Crimea, Este de Europa...
El auge de la extrema derecha xenófoba interesa especialmente a Rusia. Y, en este caso, debemos señalar tres circunstancias actuales en las que Moscú está realmente implicado por intereses geoestratégicos.
El primero se basa en reducir la capacidad de influencia y poder internacional de la UE y Estados Unidos. El conflicto sirio está poniendo en peligro la base rusa de Latakia, la única que mantienen en el Mediterráneo y que está garantizada bajo el manto de Bashar Al Assad. Este hecho, junto a la necesidad de un gobierno títere en Oriente Próximo, ayuda a que Rusia se fortalezca en el tablero internacional y acceda a recursos muy beneficiosos. De hecho, Irán, otro de sus aliados, está viviendo una situación inédita gracias al gobierno iraquí de Fuad Masum, primer presidente chiíta y precursor de un corredor entre Irán y el Mar Mediterráneo (en el que se incluye Siria). Destacamos finalmente las importaciones de petróleo sirio-iraní a Moscú.
Por otro lado, el Kremlin está especialmente preocupado por la pérdida de influencia en el Este de Europa. Sobre todo, tras la entrada de Polonia, Eslovaquia, Eslovenia o Hungría en la UE durante el año 2004. A ello, se suma también la adhesión de las repúblicas bálticas (Letonia, Estonia y Lituania), que vivieron un proceso de separación traumático a principios de la década de 1990.
Por último, no hay que olvidar el conflicto en el Este de Ucrania. La revolución del Euromaidan de 2013 terminó con la salida de otro afín, Viktor Yanukóvich. El corte europeísta del movimiento no gustó en Moscú, que invadió la península de Crimea para no perder influencia en la zona y su base de operaciones en el Mar Negro. El gobierno de Putin sabe que cuenta con el muro de la UE, que puede dificultar sus planes. Y, por ello, necesita debilitarla y organizar movimientos que permitan legitimar la salida de este territorio de la soberanía ucraniana para terminar en la órbita rusa.
La primera década del 2000 no fue especialmente beneficiosa para Moscú y, ahora, no está dudando en ponerse las pilas para recuperar sus intereses a nivel global. Estos gestos ayudan al Kremlin y ahora todo depende de la capacidad de la UE y Estados Unidos para combatirlo. Algo que ya plantra el Parlamento Europeo, que está elaborando un plan para reducir la injerencia rusa en las redes y los medios.