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Una oficina de la Seguridad Social permanece abierta al público con una rata en su interior

El roedor acabó siendo eliminado por una empresa profesional.

Hay compañeros que a nadie le gustaría tener que soportar en el trabajo: ese que siempre se escaquea, la que tarda una hora en desayunar, el que prefiere ducharse cada tres o cuatro días... Aunque en esta oficina del Instituto Nacional de la Seguridad Social, en la capital de Córdoba, han descubierto la peor compañía posible cuando se trata de intentar trabajar: una rata. Con la que, además, tuvieron que convivir durante toda la mañana, puesto que no podían desatender el sistema de cita previas con el que trabajan actualmente. 

La sorpresa de los trabajadores fue enorme cuando, al llegar y abrir la oficina, encontraron un cartel que decía, textualmente: "Hay una rata en el baño de mujeres". Y, efectivamente, allí estaba el roedor; la persona encargada de la limpieza se lo había encontrado el día anterior y, sin saber qué hacer, cerró la puerta con la rata dentro y abandonó el establecimiento cuando terminó su trabajo, dejando un cartel como único aviso. 

¿La peor compañera posible?
"¿La peor compañera posible?"

La primera reacción de los trabajadores fue comunicárselo a los superiores, y plantear la posibilidad de cerrar. Aunque pudiera parecer una "tontería", lo cierto es que no es así; el riesgo de trabajar con un roedor es enorme, puesto que aunque hay pocas posibilidades de que ataque, estas continúan estando ahí. La probabilidad de que muerda aumenta notablemente si tenemos en cuenta que el animal se encontraba atrapado y podía llegar a sentirse en peligro, viéndose en la necesidad de defenderse. De haber sucedido esto, los problemas acarreados de una mordedura podrían haber sido bastante importantes: las ratas, como mamíferos que son, pueden transmitir la rabia, además de otras tantas enfermedades. No obstante, la respuesta por parte de los jefes fue clara: se continúa trabajando mientras la empresa se encarga de la rata. La oficina en cuestión se encarga de todos los asuntos relacionados con pensiones, con lo cual la afluencia de público es constante, y casi siempre hablamos de un público de edad avanzada.

Así pasó la mañana, cuando llegó un trabajador de la empresa de desratización. Este, al ver el tamaño del roedor, llamó a otro compañero, y ambos se pusieron manos a la obra. Gracias a su profesionalidad, lo que podría haber acabado siendo un problema, se solucionó rápidamente; la rata no tuvo siquiera posibilidad de morder a nadie. Pese a que el animal intentó escapar mordiendo y arañando la puerta, no lo consiguió, y todo quedó como una anécdota. Eso sí: los trabajadores de la oficina están totalmente convencidos de qué compañera no querrían volver a tener jamás

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