Pocas semanas después de que estallase el caso Nadia, llega una nueva noticia de estafa utilizando una enfermedad grave. El protagonista es Frank Serpa, un joven de 31 años que vino a España desde Venezuela para tratar un cáncer que se había tornado terminal después de haberse desarrollado una metástasis.
Su cáncer era tan extraño que no podía ser tratado por la sanidad pública, sino que tan solo el prestigioso centro privado MD Anderson Cancer Center en Madrid era capaz de mejorar la situación de Serpa. El joven presentó un informe médico de este centro en el que se confirmaba que tenía un tumor cerebral.
El periodista Noé Pernía se interesó por su caso y se implicó personalmente en intentar conseguir ayuda para el joven enfermo. Como hizo el periodista Pedro Simón en el caso Nadia, pidió dinero a sus lectores para destinarlo al tratamiento de Serpa. Pero en una visita al Hospital Ramón y Cajal, una enfermera reprochó al periodista que grabara al enfermo: "No puede estar aquí. Recuerde lo que pasó con el caso Nadia". Este fue el primer indicio de que el joven no había dicho la verdad.
Tras varias comprobaciones, Pernía llegó a la conclusión de que Serpa había estado mintiendo. En un informe del Ramón y Cajal al que ha tenido acceso el diario Economía Digital se explica que el joven ingresó con un cuadro de epilepsia y neumonía, pero no tenía cáncer.
El informe médico que confirmaba su cáncer ha sido analizado por varios expertos, quienes han llegado a la conclusión de que podría tratarse de un burdo copia y pega. Tanto el Ramón y Cajal como el MD Anderson Cancer Center han declarado que no pueden confirmar ni desmentir el cáncer de Serpa por motivos de protección de datos, aunque Economía Digital declara que fuentes hospitalarias extraoficiales dan por falsa la enfermedad del joven.
Serpa, por su parte, reconoce que no tiene metástasis, pero sí que tuvo un cáncer del que ya se ha curado. "Yo vine de Venezuela con cáncer para tratarme aquí. Vi por Internet que el mejor hospital era el MD Anderson. No fui a la Seguridad Social porque me cobraban dinero por no tener papeles. Sé que me han denunciado a la policía por estafa. Pero la verdad es que no pedí dinero por mi cáncer sino porque no tenía casa ni recursos", explica Serpa. "Ahora ya estoy curado. Pero reducir mis problemas al cáncer que tuve es como decir que el problema de Venezuela es la delincuencia. Eso es simplificarlo. Todos sabemos que hay más problemas", termina.
Según Serpa, recibió alrededor de 12.000 euros en donaciones, pero podrían ser muchos más. Si se demuestra que ha cometido una estafa, Frank Serpa podría acabar en la cárcel. Que se lo pregunte a los padres de Nadia.
El caso Nadia
La historia de Nadia conmovió a España entera. Nadia Nerea es una niña de once años que padece una enfermedad rara, tricotiodistrofia, que le causa una infinidad de problemas: envejecimiento prematuro, alopecia y, en palabras de su padre, que la niña viviera atrapada en el cuerpo de una señora de 80 años. Pero todo ello era solo eso, palabras. Nadia no estaba enferma terminal como hacía creer su padre en los platós de los programas con más audiencia, ni necesitaba un tratamiento especial en los mejores hospitales del mundo.
El padre de Nadia no se quedó ahí, sino que afirmó que él se encontraba enfermo de cáncer, pero que no se estaba tratando porque necesitaba el dinero para la enfermedad de su hija. Este cáncer también resultó ser falso.
La policía ahora duda de si la niña está realmente enferma. Lo esté o no, está claro que el padre ha exagerado varias partes de su elaborada historia. En primer lugar, la niña no presenta los síntomas más graves de su enfermedad, y además esta enfermedad tiene unos índices bajos de mortalidad. Pero esto no impidió que los padres de Nadia pidieran dinero a través de Internet, periódicos, televisión y cualquier medio que tuvieran a su alcance.
Desde que en 2008 comenzaran a llegar los donativos para la pequeña Nadia, su familia consiguió recaudar más de 900.000 euros que deberían ser destinados a su tratamiento. Y al menos 600.000 de estos fueron gastados en fines ajenos a la enfermedad de la niña: el alquiler de su casa, relojes de gama alta, un ordenador, tres tablets e incluso marihuana.
Cuando se hizo pública la farsa, el padre de Nadia trató de huir. Fue detenido por los Mossos d'Esquadra y ahora se encuentra en la cárcel sin posibilidad de fianza por posibilidad de fuga. La madre de la niña pudo irse a casa por considerarse que no hay riesgo de fuga, aunque también tendrá que declarar en el caso que les acusa de estafa. Han perdido la custodia de la niña, que se encuentra a cargo de familiares.
Lo realmente triste de estos casos es la frivolización de enfermedades graves. Millones de personas sufren este tipo de padecimientos en todo el mundo y por culpa de unos pocos estafadores ven su historia cuestionada. La única forma de parar a estos falsos enfermos es imponer castigos ejemplares, para que a nadie se le ocurra aprovecharse de algo tan serio como una enfermedad terminal.