La decisión de Donald Trump de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén ha supuesto un recrudecimiento del conflicto palestino-israelí. El reconocimiento de pertenencia a Israel de una tierra que representa a judíos, cristianos y musulmanes ha provocado violentas protestas en un conflicto que se mantiene enquistado durante décadas.
La inauguración de la sede diplomática se ha producido este lunes 14 de mayo y ha contado con la visita del presidente y todo su entorno más cercano. Por si había duda, también ha sido anunciada a bombo y platillo. Una decisión que ha indignado a los palestinos, alzados en violentas protestas que han dejado al menos nueve muertos y más de 500 heridos. ¿Qué papel está manteniendo Trump en este conflicto? ¿Qué puede implicar este movimiento? ¿Hacia dónde va la política exterior de Washington?
1 La ruptura del acuerdo nuclear con Irán
La ruptura del acuerdo nuclear con Irán y la gran concesión otorgada a su máximo enemigo, Israel, supone desarmar por completo la política exterior de Barack Obama y su intento de acercarse a sus tradicionales enemigos.
Las relaciones entre hebreos y estadounidenses siempre fueron muy estrechas, pero la administración norteamericana optó por un papel moderador iniciado tras la Guerra del Golfo, el acuerdo de los Altos del Golán y el precepto "tierra a cambio de paz".
Este último precepto ha llevado a que Israel comience a construir complejos urbanísticos que ocupan poco a poco el terreno que aún pertenece a los palestinos. EEUU no se manifestó públicamente sobre ello, pero ahora muestra un apoyo cerrado tras una concesión de este calibre.
2 La intensificación el Daesh en la región
El Daesh se encuentra actualmente debilitado: tan solo ocupa el 8% del territorio sirio. Sin embargo, su influencia continúa siendo muy potente, sobre todo en la Franja de Gaza.
Este reducto palestino ha visto cómo su población se refugia en el extremismo islámico, creando un caldo de cultivo que podría estallar en cualquier momento. No hay que olvidar que las amenazas de atentados terroristas en el país hebreo son constantes.
Tras la consecutiva desarticulación de un auténtico campo de entrenamiento y captación del Daesh, hay peligro de que el caldo de cultivo de Gaza pueda terminar de la peor forma posible. Nadie quiere vivir un nuevo Afganistán.
3 La cercanía de la nueva embajada a los territorios que aún controla el Daesh
La cercanía entre Israel y Siria permite que Estados Unidos cuente con una embajada en una posición geoestratégica muy importante. En mitad de tres religiones que se encuentran en conflicto, la administración de Donald Trump intenta conseguir una posición predominante.
Jerusalén se encuentra, por ejemplo, a 200 kilómetros de la región siria de Daraa, aún controlada (en parte) por el Daesh. Por otro lado, el Ejecutivo de Bashar Al Assad, aliado especial de Rusia, comprueba ahora cómo EEUU se alía con Israel, también enemigo acérrimo.
Con ello, EEUU comienza a mostrar sus cartas y tomar partido sin ningún tipo de pudor en un contexto muy peligroso.
4 La posibilidad de contar con un aliado dócil en una región volátil
Ese contexto y la imprevisibilidad de Oriente Próximo también es importante para Estados Unidos. El reconocimiento de Jerusalén como territorio exclusivamente israelí permite que la actual administración hebrea se sienta completamente vinculada a Trump y se vea sometida a sus decisiones.
¿Hay algún interés oculto en ello? No hay constancia.
5 El imprevisible Trump y su posición ajena a la Guerra Fría en Oriente Próximo
Junto al papel de Israel, la región enfrenta una suerte de Guerra Fría entre Arabia Saudí e Irán que se ha materializado en su totalidad en el interior de Yemen.
El apoyo de Trump a Israel supone alejarse de ambos bandos, que ven al país hebreo como un enemigo a batir. El desarrollo de la política exterior de Trump, sin embargo, es impredecible, por lo que nadie sabe qué sucederá en los próximos meses.