Se llama Ayra Permana y se hizo popularmente conocido en 2016 por una circunstancia muy preocupante: erigirse como el niño más obeso del mundo. Y lo cierto es que su situación era muy preocupante: con tan solo 10 años ya pesaba 200 kilogramos.
Los médicos le advirtieron que, si continuaba en esa situación, podía sufrir consecuencias irreversibles en huesos o en el sistema arterial. Por ello, necesitaba una intervención de urgencia para mejorar su pronóstico.
Sus problemas habían comenzado con dos años. Entonces, comenzó a acumular grasa corporal de una manera especialmente preocupante, sin que los médicos encontrasen las causas.
Los padres intentaron todo lo posible, gastando ingentes cantidades de dinero para una alimentación especial que, sin embargo, no estaba dando los resultados esperados. Y eso trajo consecuencias.
Las más graves llegaron con la edad de nueve años. Ayra era tan obeso que no podía caminar y tuvo que dejar la escuela. Los padres no podían consentir esta situación y optaron por una medida de urgencia: una dieta estricta muy limitada en azúcar y carbohidratos, sesiones muy intensas de ejercicio y una cirugía para incorporar un balón gástrico.
Un nuevo renacer
Ahora, con 12 años, su situación ha cambiado por completo. Ayra ha perdido 100 kilos y espera perder 40 más en el próximo años. Ahora camina cinco kilómetros al día, juega al bádminton con sus amigos, aunque su deporte favorito es el fútbol y es seguidor acérrimo del Liverpool F.C. inglés.
Por el momento, no ha regresado a la escuela, aunque espera hacerlo pronto, ya que su estado de salud está normalizándose y los médicos ya no temen por su vida. Sin embargo, necesita ganar masa muscular y perder algo de peso, aunque todo se puede acelerar porque va por el buen camino.
Con ello, el pequeño ha iniciado una nueva vida saludable y, sobre todo, la esperanza de conseguir un futuro realmente prometedor. La vida le proporciona muchas oportunidades y ahora, tras curarse, no dudará en aprovecharlas al completo.