La NASA está siguiendo de cerca el posible impacto de Apophis, un asteroide de 152 metros de longitud que podría impactar contra nuestro planeta en 2029. Los expertos buscan prever qué consecuencias podría acarrear en el futuro para la Tierra, ya que se desconoce la composición interior de este cuerpo rocoso.
Apophis podría impactar contra nuestro planeta, en concreto, en un plazo de siete años, según el seguimiento que está realizando la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio.
El estudio detallado que se está elaborando a medida que avanza el cuerpo celeste, señala que rozará la órbita en la que se sitúan los grande satélites de comunicaciones el 13 de abril, a 36.000 kilómetros de altura. Los cálculos provisionales advierten del riesgo de colisión del asteroide con nuestro planeta en un pequeño plazo que se extenderá durante algo más de tiempo.
El método de la NASA para supervisar los movimientos de Apophis
La NASA supervisa los movimientos del asteroide Apophis mediante la utilización de ondas de radio de alta frecuencia, un mecanismo que permite a los especialistas la posibilidad de poder concluir datos precisos sobre la masa por la que está compuesto y el peso específico del estudio.
"El acercamiento de Apophis en 2029 será una oportunidad increíble para la ciencia. Observaremos al asteroide con telescopios ópticos y de radar. Por lo que, se espera que con las observaciones podamos ver detalles de la superficie que tiene unos pocos metros de extensión", ha informado la científica de radar en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, Marina Brozovi.
El comunicado de prensa relacionado con la exploración señala que se espera que, en un corto período de tiempo, se puedan conocer datos concretos sobre la materia por la cual está conformado, así como también la detección de las áreas más interesantes, en el caso de un hipotético bombardeo nuclear.
El componente espacial, también clasificado científicamente como 2010 XC15, ha provocado la alerta de los expertos, ya que, en caso de no evitar su embestida, generaría una fuerza equivalente a más de 1.000 megatones de dinamita o, en términos coloquiales, una potencia similar a la capacidad de destrucción de cientos de armas nucleares.
El proyecto de investigación de la unidad rocosa comenzó hace 18 años, en 2004, cuando fue avistada por primera vez y, tras unos meses de observación, se concluyó que el porcentaje de peligrosidad si no se logra su destrucción está presente en el 2,7%, lo que significa un mayor número de contingencia para un evento de este tipo.