Sin duda la imagen de la jornada de ayer es esta.
Lo que estamos viendo es a Ada Colau agradeciendo a sus votantes que la hayan hecho ganar las elecciones municipales de la ciudad de Barcelona. Con toda probabilidad Colau será alcaldesa de la ciudad condal.
Es sorprendente la cantidad de gente que no sabe quién es o de dónde sale Colau, a pesar de que quién es Ada Colau es lo más relevante de su victoria electoral. Esta ciudadana, hace dos años y en calidad de portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, estaba en el Congreso de los Diputados, llamando "criminal" a un representante de la Asociación Española de Bancos. "No le he tirado un zapato porque era importante quedarme aquí a decir esto", añadió.
"Esto" era una intervención de 40 minutos en una comisión que debatía si el Congreso debía o no debatir un documento sobre la idea de paralizar los desahucios y posibilitar la dación en pago que había obtenido casi millón y medio de firmas.
La conclusión fue "no, pa qué".
Con el apoyo oficial de Podemos, esta ciudadana, activista, ex-okupa y persona-que-en-general-no-parece-tener-un-puto-palacio-en-las-afueras ha ganado holgadamente las elecciones bajo la bandera de Barcelona en Comú, un partido de creación muy reciente. De la plaza del Sol al ayuntamiento de Barcelona, vamos.
En Madrid, por su parte, la noticia es esta.
Manuela Carmena, la candidata de Ahora Madrid, con una candidatura también apoyada por el partido de Pablo Iglesias, solamente necesita el apoyo del PSOE para convertirse en alcaldesa de la capital madrileña y destronar a Esperanza Aguirre, mandándola de nuevo a casa a seguir persiguiendo dálmatas para hacerse un abrigo a pesar de haber ganado las elecciones locales con mayoría simple.
Porque aunque sin duda la victoria de estas iniciativas ciudadanas en Barcelona y Madrid suponen un momento histórico en la política española, la otra cara de la moneda, la de los grandes perdedores de la noche, es casi más interesante de observar. Porque en la noche de ayer la pluralidad vivió una victoria fragmentada, mientras que el bipartidismo sufrió una derrota homogénea.
Este gráfico que he hecho en un ratito es tan espectacular que ya sé que parece incorrecto, pero he repasado los datos. Dos veces. Prometido.
El PP sostiene que sigue siendo el partido más votado de España, lo cual es cierto. El PSOE dice que el país está cambiando y que su partido será el que lidere dicho cambio, lo cual es mitad cierto mitad AY PDRO SNCHZ QUE ME MEO PARA.
Los datos hablan por sí mismos; el Partido Popular ha perdido tantísimo poder a nivel municipal que se calcula que solamente podrá gobernar con comodidad en Málaga. Si estáis cansados de nombres como Cospedal, Monago, Fabra, Rudi o Nuñez Feijóo, estad atentos al panorama político de las próximas semanas.
Yo en particular voy a ver este vídeo hasta que lo queme a pesar de que es digital y no puedo quemarlo literalmente
¿Dónde está esa sonrisa torva y cínica suya de siempre, mi querida Espe? ¿Esa que mantiene incluso cuando periodistas tienen la rara oportunidad de lanzarle datos a la cara en programas de debate? Tiene usted esta noche un toquecillo amargo en los ojos que no se por qué pero me está poniendo un poco palote.
Ay que me distraigo.
Por su parte, Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, a pesar de no haber respondido a las expectativas creadas ha obtenido un resultado muy bueno. Sus representantes se empeñan en decir que el partido de la C ha sido la "tercera fuerza política de España", para lo cual obviamente están no contabilizando los partidos apoyados por Podemos como votos a Podemos. Lo cual es irónico porque cuando cualquier representante de estos partidos meta la pata sí que se le pedirán explicaciones a Iglesias y compañía, pero qué le vamos a hacer. Mientras tanto, en Izquierda Unida se siguen preguntando qué ha ido mal. Desde 1998.
Desde redacción también me han dicho que hable de esta señora pero su cara no me suena. ¿Qué es, Rafaella Carrá de bajona?
Nuestro análisis
Vamos a la parte que llenará la sección de comentarios de gente preguntándome si yo me considero periodista (respuesta: no) o si tengo puta idea de lo que estoy hablando (respuesta: no sé).
Se avecinan tiempos interesantes. Con las mayorías absolutas prácticamente desaparecidas de todo el mapa nacional, el juego de tronos empieza con un factor determinante a apenas seis meses vista; las generales. Estamos dando por sentado que los pactos naturales para gobernar comunidades y formar alcaldías tenderán a ser PP con Ciudadanos y Podemos (y allegados) con PSOE. Esta situación pone en una encrucijada interesante a Ciudadanos, pues podría ser bisagra con el PP en muchos lugares, pero eso sería probablemente peligroso para su propia imagen de cara a Noviembre. A Rivera le ha costado mucho trabajo crear esa ilusión de ser el Podemos con chaqueta y colonia cara en lugar de coleta y olor a costo, como para ahora aliarse indiscriminadamente con el que al fin y al cabo es el partido que más apoyo ha perdido y más salpicado está por la corrupción, con la consiguiente pérdida de credibilidad por asociación.
Podemos se encuentra en una posición parecida; pactar con el PSOE es al fin y al cabo pactar con la Casta. Sin embargo, desde el partido de Pablo Iglesias se cuenta con la ventaja de que sacar de los cargos públicos a todas estas vacas sagradas del PP será probablemente más comprensible y celebrable para una población cansada y desilusionada del poder absoluto que ha habido en Génova durante los últimos cuatro años. Sin embargo, el desgaste mediático al que se ha sometido hasta ahora a Podemos, que ya les ha perjudicado bastante, se redoblará en los meses venideros, alimentado por cualquier error que cometa cualquier partido a quien hayan prestado su apoyo en esa miríada de coaliciones que se avecinan.
Es difícil predecir cuál será el escenario cuando llegue Noviembre. Con el bipartidismo inequívocamente hundido ante la mirada interesada de los indecisos, seis meses de un país gobernado por coaliciones, las dos principales ciudades de España gobernadas por alcaldesas muy distintas de todo lo que conocemos y el voto ciudadano más fragmentado que nunca, las generales se presentan como un momento histórico en un sentido u otro. Me guardo mis pronósticos para cuando se acerquen las fechas clave, y que conste que mis pronósticos respecto a la noche de ayer resultaron cumplirse.
Todos salvo uno. Pensé que la abstención disminuiría, y lo cierto es que solamente lo ha hecho de forma estadísticamente despreciable. Uno no deja de preguntarse qué clase de lustro tenemos que pasar para que la gente ponga su capacidad de voto en el valor que tiene. Respeto el abstencionismo meditado, pero no es eso lo que estamos viendo en esta España nuestra.
Vaya, ahora estoy triste otra vez. Dejadme que me ponga alguna foto que me alegre.