166 euros. Esa es la multa que tendrán que afrontar los padres de una niña británica a la que varios policías sorprendieron vendiendo limonada en un puesto de la vía pública y sin licencia de comercio.
Todo sucedió cuando la pequeña, que está de vacaciones y tiene más tiempo libre, dijo que quería entretenerse vendiendo algo. En un principio planteó la posibilidad de ofrecer sus juguetes y comida, "pero al poco cayó en la cuenta de que no quería deshacerse de sus juguetes", ha relatado el progenitor a Verne.
Finalmente, ambos llegaron a la conclusión de que lo más indicado era vender limonada. Por ello, se fueron a casa y estuvieron exprimiendo limones hasta que lograron llenar cuatro jarras.
Posteriormente, cogieron los vasos, una mesa y una silla, y se pusieron al final de su calle, aprovechando que en su zona se celebraba el festival de música Lovebox en Victoria Park. El padre, que es profesor de económicas en la Universidad, fijó un coste de cincuenta peniques para el vaso pequeño y de una libra para el grande.
Hasta aquí todo correcto. Poco a poco los clientes se fueron acercando a su puesto, y al rato, las jarras estaba completamente vacías y la hucha que había llevado la niña, llena de dinero.
Cuando se disponían a recogerlo todo para volver a su casa, contentos con la experiencia, de repente se cruzaron en su camino un grupo de policías, que comenzaron a increparles por lo que estaban haciendo.
La pequeña preguntaba todo el rato qué era lo que estaban haciendo mal, mientras que los agentes redactaban una multa en la que le comunicaban que había infringido la ley por haber vendido limonada sin licencia.
Técnicamente la redactaron correctamente, pero el problema versó, en palabras del ayuntamiento, en la "falta de sensibilidad" mostrada por el grupo de policías. Por todo ello, el consistorio ha retirado inmediatamente la sanción y ha llamado al padre para disculparse por todo lo sucedido.
Ahora, el progenitor se encuentra en el debate de si proponer a su hija repetir la experiencia, ya que afirma que tiene miedo a repetirla, o sentarla frente un ipad "a mirarlo durante horas".