Una mujer de California, Estados Unidos, ha denunciado recientemente a la multinacional Sephora después de contraer un herpes con un pintalabios en octubre de 2015. El contagio se produjo cuando la mujer utilizó un probador de barra de labios que se encontraba en una de las tiendas de la compañía.
Los expertos recomiendan evitar este tipo de prácticas y emplear los probadores únicamente en zonas menos sensibles a los contagios, como por ejemplo la mano, la muñeca o el brazo.
En el caso de que hayamos adquirido el producto y no estemos seguros de evitar el contagio de la enfermedad, los expertos recomiendan emplear un paño con alcohol y humedecer con él la parte superior de la barra con el fin de garantizar su desinfección.
Sin embargo, la posibilidad de contraer un herpes por esta vía es muy poco probable, ya que los microorganismos que producen la infección acostumbran a desactivarse pasados unos pocos minutos. Por ello, el contagio se debe producir de inmediato, algo completamente difícil en este tipo de situaciones.
Por todo ello, la especialista Amesh Adalja relata en declaraciones a la revista Live Science que la situación más probable sería que contrayese la enfermedad previamente, pero que los síntomas no comenzaran a manifestarse hasta que realizó su visita a la tienda.
La incidencia del virus es especialmente alta en la población: la OMS lo cifra en un 67% de las personas menores de 50 años y destaca que las vías de contagio son mucho más simples que el uso de una barra de labios.
La cadena de maquillaje no se ha pronunciado aún sobre la demanda, pero enfrenta el pago de una indemnización millonaria en el caso de que la demanda prospere. Sin embargo, esta situación ha ayudado a poner de relive el peligro de compartir este tipo de artículos y la conveniencia de tener precauciones con las muestras de maquillaje.
En estos casos, conviene extremar las precauciones cuando se comparte el maquillaje al emplearlo de manera simultánea con otra persona, a pesar de que tengamos confianza.
Además, hay que tener en cuenta que el uso compartido no es la única vía para contraer infecciones de este tipo. Por ejemplo, conviene lavar las brochas cada dos semanas para eliminar posibles patógenos que hayan ido acumulándose durante ese período de tiempo.