La Universidad Rey Juan Carlos parece estar viviendo un calvario desde el estallido del Caso Máster. La concesión de un título plagado de irregularidades a Cristina Cifuentes, que abandonó la política por la puerta de atrás mientras sonaba en las quinielas como sucesora de Mariano Rajoy, ha destapado un caso que afecta en especial a la clase política y que ya se ha cobrado también la dimisión de la exministra de Sanidad, Carmen Monton, y mantiene involucrado al líder del PP, Pablo Casado.
Sin embargo, las controversias en torno a la gestión de la universidad vienen de largo. Sobre todo, de la etapa de Pedro González-Trevijano, antiguo rector involucrado en todo tipo de irregularidades que terminó 'enchufado' en el Constitucional por el PP y que acabó siendo sucedido en un proceso electoral calificado como 'pucherazo' (se celebró en pleno mes de agosto, con la mayoría de alumnos procedentes del exterior de Madrid fuera de la provincia).
Por tanto, la existencia de 'chanchullos' en la universidad era vox pópuli. Sin embargo, nadie llegó a conocer la dimensión de aquel titular de El Diario publicado un 21 de marzo de 2018 que rezaba "Cristina Cifuentes obtuvo su título de máster en una universidad pública con notas falsificadas" fuera a tener consecuencias tan serias.
La más marcada hasta la fecha fue, sin duda, la caída del catedrático Enrique Álvarez Conde. Se trataba de una de las personas más reputadas en el ámbito académico y sus discípulas, entre las que se encuentra Cecilia Rosado (quien falsificó las firmas del acta de Cifuentes y ahora enfrenta cárcel), tenían una próspera vida profesional por delante. Ahora, la jueza Carmen Rodríguez-Medel ha asegurado que el Instituto de Derecho Público que todos regentaban era una especie de mecanismo para conceder favores políticos. Tras su clausura por parte de la autoridad universitaria, finalmente todos sus integrantes han continuado ejerciendo labores de docencia hasta la fecha.
Pesadumbre y descrédito
Sin duda, en la actualidad, pasearse con un carné de la Universidad Rey Juan Carlos o exhibir un título académico de esta institución ha dejado de ser un honor. Muchos ponen en duda la validez de este centro, a pesar del ingente esfuerzo que dedican sus alumnos a obtenerlos y, sobre todo, a la inmensa mayoría del profesorado que durante años se negó a callarse todas las irregularidades que entonces se sospechaban.
Los ánimos entre el personal son especialmente bajo y hay mucho temor a la hora de perder imagen o prestigio académico por vivir de esta institución. La situación es tan crítica que, según algunas fuentes internas han confesado a El Español, hay una especie de sentimiento generalizado de "tristeza y bajón" y mucho temor a que la prensa destape "nuevos escándalos".
Quizás, esos temores son realmente fundados. Algunos profesores que actualmente ejercen aseguran que son objeto constante de presiones y las bajas médicas por cuadros de ansiedad se encuentran a la orden del día.
Uno de los afectados es Antonio Baraybar, director del departamento de Comunicación y Sociología. Este mismo departamento, por ejemplo, contrató en octubre de 2018 como profesora a la sobrina de Carmen Caffarel, exdirectora general de RTVE y catedrática de Comunicación Audiovisual de la Universidad.
Los profesores lamentan la mala imagen de la institución, aunque destacan que las matriculaciones han subido un 5% este año. Porque el problema es que la marca URJC está siendo objeto constante de bromas y mofas, algo que se aleja y mucho de un lugar en el que se habilita a gente para ejercer profesiones como medicina o física.
Pero hay más. Muchos piensan aún que no se ha hecho una 'limpia' de todas las personas que han contaminado la universidad durante todos estos años. Y las circunstancias que se dan actualmente no ayudan, ya que consideran que la desconfianza se ha generalizado creando un ambiente "irrespirable". Y no dudan en señalar a quien ellos consideran como principal responsable: el rector Javier Ramos.
El temor, por tanto, es claro: que los compañeros, como Salvador Perelló (señalado por destapar el caso) se dediquen a filtrar a la prensa nueva documentación que pudiese comprometer la carrera de algún que otro nombre propio en el ámbito académico.
Cinco muertes en menos de un año
Esta mezcla de sentimientos negativos se ve agravada, además, por el 'annus horribilis' que ha vivido el claustro durante el último año: cinco profesores han muerto en menos de doce meses.
El caso más reciente fue el del propio director del máster de Cifuentes y Casado, Enrique Álvarez Conde. Su fallecimiento, como consecuencia de una infección derivada de la medicación que tomaba para tratar un cáncer, se une al abandono de la subdirectora del mismo centro, Laura Nuño. Su salida llegó tras conocer que animó a la exministra de Sanidad Carmen Montón a estudiar su máster en Estudios Interdisciplinares de Género.
Es la última. Pero la lista empieza poco después del estallido del caso Cifuentes. Nos vamos a junio de 2018, cuando falleció el profesor Carmelo Mercado, responsbale del máster de Comercio Exterior, que tenía un convenio establecido con la Cámara de Comercio de España.
Un mes después llegó la muerte de Gemma García Ferrer, responsable del área de comercialización de la universidad y titular de Investigación de Mercados, por un cáncer. En octubre de ese año falleció Javier Catalina, trabajador del campus de Vicálvaro.
Dos meses después, llegó el último adiós al profesor de Comunicación y Sociología Javier López Villanueva, del campues de Fuenlabrada, como consecuencia de una enfermedad. Y, el último caso, como hemos comentado, ha sido el de Enrique Álvarez Conde.
Sin duda, estas muertes inesperadas se unen a la sensación de descrédito, la pesadumbre y el estigma al que se encuentra sometida una universidad que, posiblemente, necesite una refundación. Los ánimos están muy bajos en la URJC y el ambiente es de auténtica tristeza y, sobre todo, miedo a lo que pueda salir en cualquier momento.