Sofia Zhukova no era, ni de lejos, la tierna abuela que todos sus vecinos aparentaban ver. Esta octogenaria confesó haber matado a tres personas en una serie de asesinatos brutales que abarcan un período de 15 años. Sobre sus espaldas pesa la sombra de otras cuatro muertes que, finalmente, no su pudieron demostrar.
Esta anciana de la ciudad de Khabarovsk cuenta entre sus víctimas a una niña de siete años. Ahora vuelve a la actualidad por su propia muerte, a los 81 años, debido a las complicaciones derivadas de un cuadro de Covid-19, que contrajo en la cárcel-
La asesina en serie se hizo conocida internacionalmente tras la publicación de varios vídeos en los que, hacha en mano, escenificaba el modo en que había matado a una de sus víctimas. A pesar de cocinar carne humana, la anciana aseguró que no era caníbal.
Una de sus víctimas era Vasily Shlyakhtich, un portero a quien acusó falsamente de abusar sexualmente de ella, alegando defensa propia: "Maté al portero, pero me violó. ¿Qué crees que debería haber hecho? Lo golpeé con un hacha". En diciembre de 2019, los órganos de esta víctima fueron hallados en el congelador de la anciana.
En cuanto al crimen de la niña de siete años, llamada Anastasia, su cabeza fue encontrada en un lugar cercano a la vivienda de la condenada, cuando estaba siendo devorada por perros callejeros. La pequeña había sido secuestrada varios días antes y la policía estaba procediendo a su búsqueda. Los investigadores hallaron ADN en la casa de la asesina. Al verse descubierta, confesó que la retuvo durante tres semanas.
Según consta en la sentencia, Sofia Zhukova llamó a los padres de su víctima por teléfono asegurando que la menor estaba con vida. Sin embargo, aquella conversación era mentira, ya que se produjo un día después del asesinato y desde la fábrica de embutidos en la que trabajaba como matarife.
Invitaba a los vecinos a comer la carne de sus víctimas
Sus vecinos también han relatado un episodio auténticamente tétrico: los momentos en los que la 'amable' Sofía les llamaba a su vivienda y les invitaba a comer a su casa, supuestamente con el ánimo de socializar con los vecinos.
"Siempre nos parecido extraño que, a pesar de ser hosca y antipática, a menudo encontrara tiempo para cocinar cosas para los niños del barrio", dijo una de las vecinas de Sofía en declaraciones al Daily Mail.
Y añade una cuestión inquietante: "Siempre eran platos de carne. A veces se los daba a los adultos, a mi marido y a mí nos obsequiaba con gelatina de carne", recordó.