El Papa Francisco ha muerto a los 88 años tras una larga hospitalización derivada de una grave neumonía bilateral. El pronóstico fue grave y durante las últimas semanas los medios italianos habían mostrado "dudas sobre su recuperación completa" ante un cuadro "complejo", según el diario La Repubblica. El sumo pontífice había realizado apariciones públicas en los últimos días, pero finalmente no ha superado la enfermedad.
Conocido por su carácter reformista, abrió la Iglesia a la progresiva integración de las minorías, incluyendo la bendición a parejas homosexuales, en una institución caracterizada por su ambiente especialmente conservador. También se definió por un discurso de empatía hacia los refugiados y personas migrantes; y tuvo que lidiar con crisis internas como los escándalos de abusos sexuales que afectaron a varios líderes religiosos.
Designado Papa en marzo de 2013 tras la renuncia de Benedicto XVI, Francisco fue la primera persona procedente de América Latina en ostentar su cargo, con una clara vocación de transmitir el mensaje de la iglesia de su región a nivel internacional.
Ingreso por neumonía
El Papa Francisco fue ingresado el 14 de febrero. Por entonces, el Vaticano circunscribió este hecho a algunos exámenes clínicos y continuación del tratamiento para la bronquitis que ya padecía y se había hecho pública por su estado de salud.
Hubo que esperar hasta el siguiente lunes para que la Santa Sede reconociera el verdadero estado de salud del Papa. En el comunicado admitían que sufría un cuadro "complejo", con una infección polimicrobiana que había obligado a modificar el curso del tratamiento.
Una infección polimicrobiana es aquella en la que intervienen diversos microorganismos, incluyendo bacterias o virus. Los síntomas suelen diferir en función del agente infeccioso, pero habitualmente constituyen una bronquitis aguda, caracterizada por la inflamación del revestimiento interior de los bronquios y signos como tos y expectoración.
El estado del Papa siguió empeorando y desarrollo una neumonía bilateral. Se trata de una enfermedad que afecta a los pulmones, con diferentes grados de gravedad, en la que los alveolos pueden inundarse de líquido y pus dificultando la respiración. En este caso, la bilateralidad indica que se produce en ambos lados del cuerpo.
Este cuadro constituye una complicación grave, especialmente en personas mayores o debilitadas, que puede llegar a poner en peligro la vida de los pacientes. Algunos síntomas incluyen fiebre alta, dolor torácico, dificultad para la respiración o disnea, escalofríos, tos, náuseas o desorientación.
Además, el Papa también desarrolló una insuficiencia renal leve, la incapacidad parcial de los riñones para realizar su función. Dependiendo de la gravedad, difiere en sus síntomas, aunque en muchos casos se trata de un problema reversible.
Como es habitual en este cuadro, también sufrió anemia, una condición que ocurre cuando la baja cantidad de glóbulos rojos dificulta transportar oxígeno a los tejidos del cuerpo. Cuando los riñones se dañan dejan de producir suficiente eritropouetina (EPO), hormona para producir glóbulos rojos. Esto puede generar un cuadro variado, incluyendo cansancio, debilidad, falta de aire, latidos irregulares, mareos o aturdimiento.