La homeopatía continúa siendo legal en España, aunque las críticas a estas pseudoterapias continuan generando polémica. La última la ha protagonizado Rosa Morillo, una mujer española de 41 años, que ha fallecido de cáncer tras pasar años tratándose a través de estas vías.
Todo comenzó cuando notó un bulto de un centímetro en el pecho. Su médico le diagnosticó cáncer, pero ella optó por recibir una segunda opinion. Se trataba de una ginecóloga, médica colegiada, que le reocmendó que no hiciera nada más, solo tratarse con homeopatía.
A partir de entonces, comenzó a tratarse con bolitas de agua con azúcar que, a la postre, es lo que representan estos tratamientos. Economista y con cuatro idiomas, Rosa comprobó que el bulto, lejos de desaparecer, continuaba creciendo a pasos agigantados.
Todo ello le costó amputarse el pecho, por lo que ella mostró su interés en denunciar a la doctora. Un año después, los médicos comprobaron que el cáncer ya se había extendido a la piel, los huesos y la médula. ¿La causa? Se había extirpado el tumor, pero había rechazado la quimioterapia.
Rosa había cargado duramente contra esta técnica científica en base a las publicaciones de la revista Discovery DSalud, en la que aparecen todo tipo de conspiraciones sanitarias y teléfonos de contacto con curanderos homeopáticos.
El responsable fue el doctor Martí Bosch. Entre los meses de agosto y noviembre de 2016, el curandero le recetó siete preparados para las zonas de su cuerpos afectadas. Entre ellos, tomar vitaminas o bañarse en agua caliente con sal. La afectada también recibió un 'tratamiento' consistente en introducirse ozono por la vía rectal entre otras prácticas, aunque finalmente no consiguió salvar su vida.
Con el tiempo, Rosa estaba contenta: el recuento de glóbulos rojos era positivo. Pero la alegría iba a durar poco. Un mes después, en una revisión en el hospital de La Paz, certificaron que el cáncer se había extendido aún más y le recomendaron nuevamente la quimioterapia. Ella lo rechazó.
A partir de entonces, comenzó un deterioro físico repentino. En la primavera de 2017 aceptó asistir puntualmente a sesiones de radioterapia, pero ya era tarde: falleció en mayo de 2017.
No es el único caso
La situación de Rosa no es única. Para evitar este tipo de estafas que se cobran vidas humanas, el Observatorio contra las Pseudociencias se está encargando de canalizar todas las denuncias que se reciben sobre este tipo de prácticas. Un reguero de demandas constantes que pretende vigilar y controlar a aquellos colegiados que optan por tratamientos sin ningún aval científico.
Por el momento, los únicos tratamientos avalados son los certificados y ofrecidos en hospitales, que cuentan con la experiencia del denominado como 'ensayo y error' en su bagaje.