El 7 de abril del año pasado, un joven británico de 17 años acudió a Urgencias a causa de un dolor de estómago. Allí le recetaron unos laxantes para tratar la dolencia, un supuesto caso de estreñimiento, y fue enviado a casa. Al día siguiente su madre le econtró muerto en la cama.
Jack Dunn era un chico muy saludable y disponía de muy buena forma física, según cuentan sus padres, pero por aquél entonces no se encontraba bien. Acudió a su médico de cabecera para que le realizase unas pruebas y le hiciese un diagnóstico, pero este le derivó a los servicios de Urgencias porque intuía que se trataba de apendicitis.
Los sanitarios del Hospital Royal Glamorgan le realizaron un escáner y determinaron que sufría estreñimiento. Sin embargo, se trataba de cetoacidosis, una condición que sufren las personas con diabetes tipo 1 cuando el control de la enfermedad no es el adecuado. No se conocía si Jack padecía diabetes, pero podrían haberle salvado la vida si le hubiesen realizado las pruebas oportunas, como un control de glucosa capilar o una prueba de cetonas.
Laxantes como solución
Una vez realizaron el diagnóstico, los médicos recetaron al joven laxantes para tratar el extreñimiento y le recomendaron dormir. Pero el dolor permanecía, Jack casi no podía ni caminar ni respirar, incluso sus padres aseguran que cuando se fueron a dormir la temperatura del fallecido era muy alta y no paraba de temblar.
La lucha por poder respirar tiene una explicación. Y es que cuando una persona sufre cetoacidosis, los órganos se contraen y la debilidad es inminente. Al día siguiente por la tarde, su madre volvió a comprobar el estado de salud de su hijo, pero cuando le tocó estaba helado y no respiraba. Había fallecido. La mujer trató de reanimarle pero era demasiado tarde, tal y como ha relatado al diario británico Mirror.
La autopsia confirmó que no había muerto por el extreñimiento, sino por la causa de este que era una cetoacidosis severa. Su cuerpo dejó de producir insulina y comenzó a utilizar como fuente de energía la grasa que acumulamos como reserva. El padre de Jack asegura que si los médicos le hubiesen administrado una solución de glucosa y sal, su hijo seguiría vivo.