Alfonso, un vecino de 59 años de Collado Villalba (Madrid), perdió su casa hace un año. Era un vecino conocido en la localidad, hijo del zapatero de la zona de la Estación y de Pepita, que durante años trabajó en la limpieza de una de las sucursales bancarias de Caja Madrid en este pueblo de la sierra madrileña.
Una mala época hizo que todo cambiara en poco tiempo y lo que parecía una vida consolidada terminó con un desahucio. El Ayuntamiento, que ha recibido el premio Corazón de Piedra en dos ocasiones por su reducido gasto social, no le ofreció ningún tipo de alternativa habitacional.
Desde entonces, Alfonso se dedicaba a habitar en la calle, en una localidad donde los inviernos son muy duros y es habitual que las temperaturas bajen de cero. Hasta que el pasado viernes 4 de diciembre, a las 07:30 horas, llegó la noticia fatal: una patrulla encontró su cuerpo sin vida en un banco del Parque Los Aromas.
Estos hechos se producen mientras multitud de vecinos continúan viviendo a la intemperie, en situación de sinhogarismo, en plena pandemia y en unas condiciones metereológicas complicadas. De hecho, hay multitud de viviendas completamente cerradas en el municipio que muchos vecinos no comprenden que sigan sin uso en una situación como la actual.
A ello se unen operaciones cuestionables, como la venta de vivienda pública en el pasado a fondos buitre, en concreto, a Goldman Sachs, 44 pisos del Ivima. Esos fondos ahora están desahuciando a vecinos que obtuvieron su piso en condiciones de alquiler social.
Los colectivos sociales también han pedido al Ayuntamiento que habilite un albergue para que las personas sin hogar puedan instalarse durante los meses más fríos y, al menos, puedan garantizar su integridad física. Collado Villalba es uno de los municipios más fríos de toda la Comunidad de Madrid.
La explicación del Ayuntamiento
El Ayuntamiento de Collado Villalba asegura que Alfonso rechazaba recibir las ayudas que se le ofrecían. Algo que él siempre desmentía a su entorno, ya que aseguraba que los albergues estaban saturados y que la burocracia entorpecía la gestión de las ayudas que tanto necesitaba.
También la necesidad de una alternativa habitacional, que durante tantos años esperaba y que finalmente no llegó. "Le dije: ¿Si hubiera una posibilidad de que te ofrecieran una casa donde te pudieras meter, irías? Él me respondió con una frase que me llegó muy adentro: A mi vivir en una casa me haría hombre, como expresando la necesidad de un lugar a donde llegar", explica su amigo Darío en declaraciones a El Salto Diario.
