"Mire, es que se ha levantado el chico y se ha mareado al levantarse. Yo estaba en la cocina y le he sentido caerse". Así comenzaba la conversación Carmen Ruiz, la madre del joven fallecido, con el médico que se negó a mandarle una UVI Móvil. "Y entonces un sudor enorme... Ahora se ha quedado más bien frío, pero con un sudor enorme", continuó la mujer.
El médico, del que se desconocen aun los datos, no dudó: "Ha tenido un síncope entonces". Y, a pesar de que la preocupada madre no dejó de advertir de que el joven no podía respirar, el médico se empeñó en que el afectado se pusiera al teléfono. En la conversación, a la que ha tenido acceso El Mundo, se escucha cómo Aitor habla forzosamente, gritando "¡Me ahogo', ¡no puedo".
Pero no fue suficiente: "Respira perfectamente", espetó a la madre. Se negó a enviar una UVI y avisó de que acudiría un médico a verlo. En aquel momento, Carmen no podía creérselo: "Yo no entendía nada... ¡Se iba poniendo azul y el médico me responde así! Encima, me obliga a que se lo ponga al teléfono y mi pobre niño le suelta a él el poco aire que le quedaba, lo gasta en decirle a éste que se ahoga... Justo cuando se quitó del teléfono fue cuando perdió el conocimiento definitivamente... No volvió a abrir los ojos", declaró a El Mundo.
#ÚltimaHora ???? Estremecedor audio del médico que negó ayuda a un joven antes de morir. pic.twitter.com/JDVECWKADa
— EL MUNDO (@elmundoes) November 7, 2019
Y, como bien narró ella, al colgar la llamada Aitor volvió a quedarse inconsciente. Pero no volvió a despertar, porque había entrado en parada cardiorrespiratoria. El joven se encontraba por aquel entonces en 'muerte cerebral'. Tras más llamadas al 112, 23 minutos después aparece por fin una UVI Móvil aquel domingo, pero ya era tarde. Aitor falleció a los cuatro días y no por el trombo que había en sus pulmones, sino por la muerte cerebral de esos 23 minutos sin riego, cuando debería haber llegado la UVI que se le negó.
Mandó una ambulancia sin médico
Con su poca profesionalidad y su descaro, el médico se atrevió a preguntarle a Carmen si su hijo "se había tomado algo", y añadió que creía que estaba "un poco tocao'". No mandó la UVI, sino una ambulancia sin médico, en la que "ni tocaron al chico cuando llegaron, de lo mal que lo vieron", aclaró la madre.
Ocho minutos después, otro médico se encargó de activar los protocolos, pero no fue suficiente porque ya era tarde: "La médico nos dijo que el cerebro había estado demasiado tiempo sin riego", cuenta Carmen. Para que nos hagamos una idea: cada minuto que una persona pasa en parada cardiorrespiratoria pierde, según un consenso entre expertos, un 10% de posibilidades de seguir vivo. Aitor pasó 23, habría perdido ya un 230% de posibilidades de continuar con vida.
A pesar de todo, los padres de Aitor han adoptado una actitud realista: "No podemos estar seguros de que mi hijo se pudiera haber salvado, pero lo que seguro que se perdió fue la oportunidad de que viviera", aclara su padre, Bartolomé.
El hombre se lamenta también del día en el que sucedió. Un cúmulo de casualidades que terminaron en tragedia. Era domingo, por eso no pudieron "llamar a Urgencias del ambulatorio de Navalcarnero, que es lo que habríamos hecho cualquier otro día". La situación fue dolorosa e insoportable. Narran cómo lo primero que escucharon fue un gran golpe: el desmayo de Aitor, que se había caído. Quedó inconsciente y, cuando volvió en sí, llamaron al 112. Dieron entonces con aquel médico incompetente, que les colgó, y en aquel momento, Aitor volvió a irse.
Los gritos de Carmen en las llamadas de Bartolomé al 112 son estremecedores. La primera llamada, según datos de la Comunidad de Madrid, fue a las 11:54. A las 12:04, diez minutos después, consiguieron que un médico les explicara cómo hacer la reanimación cardiopulmonar.
Hoy, Carmen cuenta que su propósito principal es que cambien los protocolos médicos, para que nadie pase jamás algo como lo que vivieron ellos: "A nuestro hijo no nos lo devuelve ya nadie".
Todavía no han identificado al médico
Reclaman, ahora, 175.000 euros como indemnización por vía administrativa a la Comunidad, de quien depende el Summa 112. La Comunidad de Madrid, por su parte, mantiene que "todo se hizo correctamente" y que la conversación con el primer médico no determinaba el ahogamiento del joven.
La inspección médica terminó, al principio, por petición de los padres, pero solicitaron los audios. Declaran que se los enviaron "mutilados, con trozos cortados" y su abogado piensa ir a la vía penal. "La Comunidad de Madrid no sólo se niega a asumir su responsabilidad, sino que ni siquiera ha identificado a los médicos que participaron en la peripecia", explica Sardinero, abogado de la Asociación del Defensor del Paciente. El médico todavía no ha sido identificado.
Sardinero y los padres de Aitor calculan que, si en la llamada se hubiera activado la UVI Móvil del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, que se encuentra a 14 minutos de tráfico normal, la historia podría haber tenido otro final.
La causa de la parada cardiorrespiratoria fue un trombo
La familia también reclama al Servicio Madrileño de Salud: la razón por la que Aitor sufrió una parada cardiorrespiratoria fue un trombo en el pulmón y Aitor ya había acudido dos veces al médico en diciembre, con mucho dolor intercostal. El joven llegó a estar ingresado, pero le dieron el alta porque el dolor "era de origen mecánico".
La realidad es que el joven tenía un trombo sanguíneo en sus pulmones que le provocó una parada y que, tras la negligencia cometida, le quitó la vida. Ahora, su familia reclama justicia.