La celebración del primer evento presidido por la princesa de Asturias, doña Leonor de Borbón, se ha convertido en la noticia del día. El acto programado con motivo del día de la región había congregado a un gran número de ciudadanos, aunque algunos díscolos habían organizado manifestaciones para protestar por la presencia de la Familia Real en la región.
La ceremonia ha estado cargada por un fuerte matiz religioso, incluida la misa con el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que ha realizado algún que otro comentario (quizás) polémico durante las plegarias.
Este motivo ha sido el objeto de discordia, al menos ante los ojos de algunos fieles que se encontraban en el acto. Primero, porque ninguna de las infantas ha acudido a comulgar, como es tradición en estos casos, a pesar de haber recibido la comunión recientemente. Su gesto ha sido replicado por sus padres.
Por otro lado, ni don Felipe, ni doña Letizia, ni sus hijas han hecho la tradicional genuflexión antes y después de salir del templo, un gesto que se impone a los católicos más fervientes y que tradicionalmente se había realizado por parte de la Familia Real en estos actos.
Además, la familia ha acudido a Santina, donde Felipe y sus hijas se han santiguado ante la Virgen; mientras que Letizia ha permanecido en un segundo plano y ha declinado en todo momento este gesto. Algo que no ha gustado tampoco a los feligreses.
La posición de las cámaras impidió seguir sus gestos en la liturgia
Durante la liturgia, la Familia Real permaneció junta y asistiendo a las palabras del arzobispo de Oviedo. Sin embargo, tras estos gestos que provocaron cierta indignación entre los prelados, hay cierta incertidumbre en torno a si todos siguieron la misa o si, por el contrario, la evitaron.
Tampoco hay constancia en torno a si siguieron las sentencias del sacerdote de la manera adecuada. Lo único de lo que ha quedado constancia es que todos se han dado la paz antes de dársela al Arzobispo de Oviedo, que se ha acercado a ellos.