La joya de la corona de la economía española, Inditex, se encuentra en pleno proceso de cierre de tiendas. La marca que ha vivido este proceso con mayor fuerza es Stradivarius, cuya red comercial se ha visto rebajada en 43 locales en el primer trimestre de 2018, perdiendo la barrera de los mil establecimientos que alcanzó en el año 2017.
Ninguna de las enseñas del grupo gallego se mantiene ajeno a esta circunstancia. Ni siquiera Zara, que en los primeros tres meses de este año ha perdido tres locales. El resto de enseñas han reducido sus tiendas en distintas proporciones: Zara Home (8), Oysho (5), Massimo Dutti (5), Bershka (4), Pull & Bear (2), Uterqüe (1) y Zara Kids (1).
Viendo la perspectiva, podríamos pensar que la situación del grupo se encuentra en entredicho. Pero no hay nada más lejos de la realidad. A pesar de que tiene un saldo negativo de aperturas, la compañía de Amancio Ortega ha vendido este primer trimestre un 5% más y su beneficio ha crecido en un 10%.
Y no son los únicos datos que demuestran que la salud financiera de Inditex es excelente. La cadena ha batido récord de ingresos en este periodo llegando a rozar los 6.000 millones con efecto divisa neutro, mientras que el resultado neto ha crecido un 10% más hasta los 734 millones. Es decir, Inditex vende más, gana más dinero y con menos superficie comercial. ¿Dónde está la trampa?
Una buena lectura del mercado
El principal secreto de Inditex está en la buena lectura del mercado que, por otro lado, siempre ha sido clave de su éxito. La gran capacidad camaleónica de Zara, con un sistema de producción exprés capaz de adaptarse a las tendencias del mercado en solo 15 días, parece haber imprimido un carácter a la hora de gestionar la estructura de la empresa.
Y así lo está demostrando en el plan que viene ejecutando desde el año 2012 y que ahora intensifica ante la precipitación de los cambios que se están ejecutando en el sector del comercio.
La compañía de Amancio Ortega ha abandonado su interés por extender sus puntos de venta como una mancha de aceite por toda España y ahora apuesta por la concentración en las vías más transitadas. Es el denominado 'eje prime' del ladrillo, los alquileres más cotizados de las principales ciudades y donde una marca se garantiza una gran afluencia de visitantes. Aunque, incluso, ello llegue a suponer pérdidas en algunas tiendas: lo importante es ser visto, no vender en el acto.
La culpa de todo ello es de Amazon. El mundo del retail se dirige hacia la digitalización y el comercio electrónico, donde España aún va a pedales pero avanza con buen ritmo.
La tienda del futuro (y así es como ya se plantea desde la sede de Arteixo) pasa por concebir el espacio como una especie de showroom donde mostrar los productos para que, posteriormente, el consumidor 'pique el anzuelo' online. Este modelo ya se ha probado en una tienda temporal de Stratford (Londres) y se suma al reto de vender a nivel global en el año 2020.
Si este es el horizonte, parece evidente que la tendencia de cierres continuará hacia adelante y, en principio, dejaría espacio para tiendas físicas en dos ejes: calles comerciales y centros comerciales concebidos con una apuesta de ocio. Esto último también forma parte de la apuesta con la que El Corte Inglés busca una salida a su centro de Arroyosur (Leganés), en plena apocalipsis del centro comercial que hace estragos, sobre todo, en la cuna de este modelo: Estados Unidos.
Por tanto, el futuro de la tienda física será más publicitario que realmente comercial y, como mucho, servirá para establecerse como punto de recogida de encargos online en una estrategia omnicanal completa a medio plazo.
Debilitamiento del 'eje prime' secundario
Con el cambio de modelo ya consensuado, falta comprobar qué sucederá con los denominados 'eje prime' secundarios, es decir, las grandes avenidas situadas fuera de los centros de las ciudades pero que servían como eje comercial de los distritos.
En Madrid, la situación es especialmente preocupante y se evidencia en todos los puntos cardinales. Los precios por metro cuadrado de las calles Alcalá (este), Bravo Murillo (norte) o la Avenida de la Albufera (sur) han descendido como consecuencia del cierre de las grandes marcas. Al contrario de lo que aparenta, el gran afectado ha sido el pequeño comercio, que sufre la falta del 'efecto arrastre' de aquellos vecinos que se acercaban a caminar por estas vías.
El modelo urbanístico mediterráneo que caracteriza a Madrid concibe calles cruzadas con locales comerciales. Si estos se vacían... ¿qué tipo de ciudad construiríamos sobre ellas? Y lo más importante: ¿cuántos puestos de trabajo están en juego con toda esta serie de reformas?
Algunas alternativas, como la propuesta de Carmena de reforma y rehabilitación de la calle Alcalá que finalmente quedó en el olvido, buscaban una nueva vida para estos ejes. Pero las reformas deberían emprenderse cuanto antes. Si no se consolidan zonas con propuestas renovadas, podemos terminar viendo cómo algunas de nuestras vías más transitadas se convierten zonas zombies.
Y si no, que se lo digan a pequeñas ciudades como Talavera de la Reina, donde los cambios ya han evidenciado sus mayores estragos: sus comerciantes denuncian "abandono" absoluto y los carteles de "Se Vende" copan todas las calles. Y esto, en un país con un paro estructural como el que vive España, puede suponer un gran lastre.