Josef Fritzl, conocido como 'el monstruo de Amstetten', ha solicitado a través de su abogada salir de la cárcel. El exelectricista fue condenado a cadena perpetua, la pena máxima de la justicia austríaca, tras quedar demostrado que encerró y violó en innumerables ocasiones a su hija durante 24 años (desde 1984 hasta 2008). Fruto de estos abusos nacieron siete hijos-nietos de Fritzl. Uno de ellos falleció al poco tiempo de nacer, después de que su padre no hiciera nada para conseguir que el bebé contara con atención médica.
En el 2009 se declaró culpable de los delitos de homicidio por omisión, violación, abusos sexuales y privación de la libertad, además de numerosos agravantes. Él aceptó la condena y no recurrió a sentencia. Una portavoz de la Corte regional de Krems, al oeste de Viena, confirmó que un tribunal de Austria tomará en las próximas semanas una decisión que puede derivar en su traslado a una prisión común (actualmente cumple condena en una cárcel especializada) o, incluso, a un régimen de libertad provisional.
Su abogada, Astrid Wagner, ha ido más allá y solicitó que su cliente sea trasladado a una residencia de ancianos. La letrada basa su petición en que Fritzl, de 88 años, sufre demencia y, además, afirma que un informe psicológico determinó que ya no supone una amenaza para la sociedad. En el juicio de 2009 se determinó que era un "analfabeto emocional". "No tendría miedo de vivir con él en un piso compartido o de vivir con él en una residencia de ancianos. Ya no posee deseo sexual", ha subrayado su abogada, que llegó a publicar un libro sobre su cliente en 2022, 'Los abismos de Josef F'.
La nota de auxilio clave
El llamado Caso Fritzl es uno de los expedientes judiciales más polémicos de Occidente. El austríaco mantuvo encerrada a su hija Elizabeth en un zulo insonorizado que construyó en su vivienda. Para justificar su ausencia alegó a sus conocidos que se había unido a una secta religiosa. Nadie se percató durante años de los abusos a su hija, pese a que convivía en su casa con su mujer, con la que tuvo siete hijos.
Los numerosos delitos se destaparon cuando una de sus hijas-nietas, Kerstin, acudió con él al hospital. Los médicos encontraron una nota de auxilio en uno de los bolsillos de la joven y le solicitaron a Fritzl que justificara que era su abuela y, que si no podía hacerlo, debe acudir al hospital la madre del paciente. Josef Fritzl aceptó y trajo a Elizabeth al centro hospitalario, donde reveló el duro calvario por el que había pasado desde que cumplió 18 años.
