El ministro de Trabajo y Pensiones del Reino Unido, Mel Stride, ha llamado a los trabajadores mayores de 50 años a "aceptar trabajos que nunca hubieran pensado" si quieren continuar "viviendo cómodamente", entre los que ha puesto como ejemplo el trabajo como repartidores de comida a domicilio para "derribar estereotipos de edad".
Esas han sido sus declaraciones de Mel Stride, del Partido Conservador, durante una visita a la sede de la empresa de reparto de comida a domicilio Deliveroo en Londres, que ha experimentado un incremento del 62% en el número de 'riders' mayores de 50 años desde 2021.
Stride, que tiene 61 años, no tiene intención de abandonar la política para reconvertirse en repartidor, sino que tiene intención de continuar con su labor como diputado y presentarse como candidato de la formación conservadora que le acoge en las listas en las próximas elecciones.
"Hay un montón de grandes oportunidades laborales ahí fuera para la gente y es bueno que se consideren opciones en las que no se habría pensado", ha defendido. Stride considera que las empresas de reparto a domicilio ofrecen flexibilidad para sus trabajadores porque no hay requerimientos de horas trabajadas y ofrecen la posibilidad de conectarse en el momento más conveniente.
"La mayoría de la gente ve muy poco atractivo trabajar para una empresa donde todo sea sobre política y cosas así. Tiene que haber un equilibrio sensato, y creo que los mayores normalmente tienen suficiente experiencia vital para lidiar con ese tipo de cosas", ha defendido.
Aumento en la edad de jubilación
El Reino Unido ha propuesto aumentar la edad de jubilación a los 68 años, aunque la decisión se ha pospuesto hasta después de las elecciones generales. La decisión se adoptó tras conocer la fuerte respuesta social ocurrida en Francia, donde el Gobierno de Emmanuel Macron ha vivido una profunda crisis con manifestaciones en las calles.
La Oficina Nacional de Estadísticas cifra en más de 3,4 millones de mayores de 50 años las personas por debajo de la edad de jubilación que se sitúan como "económicamente inactivos", algo que preocupa al Gobierno británico por los problemas de muchas empresas para contratar a trabajadores.