Muchos términos se han utilizado para referirse a los nacidos en los 80 y los 90: la generación del milenio, los millennials, generación Y, generación Peter Pan y la lista sigue y sigue. Lo único claro en ellos es que, al ser ya mayores de edad y consumidores de primer orden, están cambiando las reglas de la sociedad tal y como la conocíamos.
Las empresas dedicadas al ocio en particular y a los servicios en general se ven obligadas a adaptarse sin dilación a su demanda de experiencias creativas e innovadoras. Poco a poco las nuevas tecnologías de socialización y, por consiguiente, los nativos digitales, están cambiando el mundo. ¿Será capaz la generación anterior de renovarse o se estancará?
1 Millennial night fever
Numerosos estudios en todo el mundo lo señalan y varios datos macroeconómicos parecen avalarlo: los millennials gastan mucho menos dinero en los locales de ocio nocturnos que la anterior generación. No han sabido coger el testigo de ilustres promotores de la industria como Charlie Sheen o Paquirrín Kiko Rivera.
"Eso es por la crisis económica", farfullará el lector estándar. Pues no, porque según un estudio de ULI/Lachman además de gastar menos, tampoco salen de marcha por estos lugares. Poco más del 60% de los encuestados de esas edades admitieron ir a discotecas, de los que solo el 25% manifestó ir más de una vez al mes. La mayoría coincide en asistir únicamente cuando hay algún evento especial o pincha algún DJ conocido. Aquí en España tenemos la 'variante Ylenia' para aderezar la vida nocturna con sus bolos.
La brecha es tan profunda que el sector del ocio nocturno, al contrario que el resto de la economía norteamericana, todavía no se ha recuperado de la recesión. Y tanto en Nueva York, Las Vegas o ciudades de otros países como Londres, otra cuna del desenfreno, se están cerrando constantemente establecimientos.
2 Si necesita reggaeton, ¿dale?
En este punto del post es cuando formulo la pregunta '¿por qué sucede esto?' y me respondo a mí mismo diciendo que no hay una única causa concreta. Una de las razones son los elevados precios de entrada y de las bebidas alcohólicas, percibidos como un gran freno. Así como las largas colas a la intemperie esperando, ya que eso de esperar no le gusta mucho a una generación que en segundos lo tiene todo en la palma de su mano.
Pero los grandes causantes de este cambio en la noche son, por una parte, la desaparición del 'factor DJ-Mesías' y, por la otra, el surgimiento de herramientas alternativas para ligar. Vayamos con la primera. En la era pre-Spotify, además de para pasar un buen rato, íbamos a los clubs a escuchar las canciones que estaban empezando a ponerse de moda. Aquellos temazos que había que aprenderse mejor que la tabla del 9, para la siguiente semana hacer correctamente la eucaristía moderna. Pudiendo encontrar ahora nuevos descubrimientos musicales en cualquier momento y lugar, el DJ ha dejado de ser necesario, perdiendo su halo de mesías por encima del bien y del mal.
Y luego está Tinder (y Grindr, claro), esas apps que todo el mundo tiene preparadas para los momentos mágicos de procrastinación. ¿Para qué irte a un bar en la otra punta de la ciudad si resulta que en un kilómetro puedes hacer la llamada del ahorro y quedar con alguien? Por si fuera poco, el colectivo femenino encuentra las aplicaciones para ligar mucho más seguras y útiles que los locales donde tienen que aguantar a los aguiluchos babosos de turno. Y aunque lo parezca por las estrategias de ligue de algunos Casanovas 2.0, en Tinder la gente no va bebida.
3 Diáspora millennial
A estas alturas el resumen parece sencillo: a los millennials no les gusta dejarse el hígado en el club de moda. Según varias encuestas, en su tiempo libre prefieren otras cosas: hacer maratones en Netflix, hacer deporte, ir de viaje, descubrir nuevos bares o restaurantes, ir a conciertos y festivales, leer, ir al cine, etc, etc.
En términos totales, parecen ahorrar más que sus antecesores, que se dejaban el sueldo bailando 'La Macarena' cubata en ristre. Esto les permite contar con el dinero suficiente para hacer largos viajes y experimentar culturas diferentes, por ejemplo.
No hay que olvidar un factor clave de esta generación: la digitalización absoluta de todo lo que se vive. Llegando a rozar límites metafísicos de 'si no está en Facebook, no ha ocurrido', a los millennials les gusta compartir con sus contactos todas sus vivencias. ¿Cuántas fotos de las vacaciones de vuestros amigos os tuvisteis que tragar en las redes sociales las primeras semanas de septiembre? Tranquilos, no hace falta que lo digáis, sabemos que muchas.
4 El contraataque de los neones
Que no cunda el pánico, licoretas y tunantes varios, que haya un descenso en la asistencia a locales y clubs no significa que estos vayan a cerrar. Lo que sí que deberán hacer estos, si quieren sobrevivir, es reformular su negocio y buscar los factores que les diferencien de la competencia, otorgando al cliente un valor adicional que él más que nadie sabrá valorar. Lo vemos nosotros mismos: experimentación en cocktails y comida, la mejor tecnología audiovisual en la pista de baile, fiestas en los lugares más insospechados...
Los millennials, como abanderados del boca a boca digital, quedarán encantados con la experiencia, y valorarán positivamente el negocio en todas las redes sociales y apps de opinión. No por nada son los clientes más críticos, volátiles y exigentes.
Aun así, tened en cuenta que la opinión de las generaciones es solo eso, una opinión. Ante estudios especializados que indican la evidencia de que es un planteamiento cíclico, muchos críticos prefieren olvidarse de generaciones y trabajar a partir de grupos étnicos, de género, culturales, etc.
Al fin y al cabo, recordad la cita de George Orwell: "cada generación se cree más inteligente que la anterior y más sabia que la siguiente".