Milena Quaglini fue víctima y superviviente de la violencia machista que su pareja ejercía sobre ella. Tras seis años auguantando palizas e insultos, ella terminó matándole. Un tiempo después, dos hombres la violaron y su defensa fue asesinarles. De tal manera, esta mujer italiana se convirtió en una asesina en serie en su país.
La violencia machista estuvo presente en su vida desde la infancia. Su padre maltrataba a su madre tanto física como psicológicamente. En cuanto pudo, Quaglini escapó de su casa. Se graduó en contabilidad, se casó y tuvo su primer hijo, Darío, pero cayó en una grave depresión como consecuencia de la muerte de su esposo. Sola y con un hijo pequeño, Quaglini comenzó a trabajar en un centro comercial, al mismo tiempo, conoció a Era Mario Fogli, con quien se casó y tuvo un hijo.
Según varios medios de comunicación, la relación de la pareja iba bien hasta el citado embarado, que tuvo lugar en 1992. Momento en el cual Mario pasó a dar palizas e insultar a Quaglini, que empezó a consumir sin control bebidas alcohólicas.
Se enfrentó a su violador y a su marido
La situación empeoró para Quaglini cuando tuvo a su tercera hija.Mario era cada vez más agresivo, no podía asumir no tener trabajo y no ser él quien sacase a su familia adelante en lugar de su mujer. Ella encontró un trabajo como cuidadora de un señor de 80 años, Giusto Dalla Poza, quien le prestó dos mil euros para que pagase sus deudas. Sin embargo, el hombre quería sexo a cambio de aquel dinero e intentó violarla después de una discusión. Al intentar quitárselo de encima, Quaglini le rompió una lámpara en la cabeza y él cayó al suelo y murió.
Tras haber huído de la casa de Dalla, Milena Quaglini regresó y llamó a la Policía. Les contó que al entrar en la casa se encontró a su jefe tirado en el suelo en medio de un charco de sangre. Su coartada funcionó. Aquel hecho le dio fuerzas para enfrentarse a su maltratador. La noche del 1 de agosto de 1999, tras otra paliza de él sobre ella, Quaglini decidió vengarse. Le ató el cuello mientras dormía y le asfixió. Guardó el cadáver en el balcón para que sus hijos e hija no lo encontrasen. A la tarde del día siguiente, llamó a la Policía para contarles que había asesinado a su marido.
Cuando varios coches de los Carabineri llegaron al domicilio, Quaglini no paró de repetir que ella sólo quería asustar a su marido por las continuas palizas que le propinaba día tras día. En el juicio por el asesinato del maltratador, la mujer relató su vida como víctima de violencia machista y volvió a insistir en que no quería matarle. El tribunal la condenó a 14 años de cárcel. A los seis años salió de prisión para seguir cumpliendo condena bajo arresto domiciliario después de que sus abogados alegasen que sufría una enfermedad mental.
Quiso empezar una nueva vida
Tras conseguir la libertad, Milena Quaglini decidió comenzar una nueva vida, para ello pidió ayuda a su madre, que no quiso saber nada de ella. En su nueva etapa quiso dejar la bebida, aunque duró pocos años sobria. Ante los pocos recursos que tenía, se vio obligada a compartir piso y en la casa que encontró tenía que vivir con otro hombre que intentó violarla. Se trataba de Angelo Porello y la convivencia con él era buena, hasta que supo que este estaba acusado de abusos sexuales a menores.
Su trato hacia él cambió. Quaglini comenzó a distanciarse y este se dio cuenta y pasó a ser agresivo con ella. El 5 de octubre de 1999, Angelo violó dos veces a Quaglini. Esa misma noche y, tras la agresión sexual, la mujer le ofreció un café al violador. Este aceptó. La bebida tenía somníferos y se desmayó. Milena Quaglini se cercioró de que estaba inconsciente y se lo llevó a la bañera; allí lo ahogó y después huyó. La Policía encontró el cuerpo del violador en el jardín de la casa veinte días después del asesinato. Se encontraba en descomposición.
El equipo que llevaba el caso consiguió saber que se trataba de Milena Quaglini. Dieron con ella. Les confesó todo. Al mismo tiempo, la Policía supo que había sido quien mató al hombre de 80 años.
Condenada a más de ocho años de cárcel
La parte que la defendía alegó que su comportamiento se debía a un trastorno mental y por este motivo fue examinada por dos psiquiatras. Tanto el doctor Mario Mantero, como el forense y criminólogo Gianluigi Ponti, expusieron que la imputada debía ser internada en un centro psiquiátrico.
Finalmente, el juez sentenció a Milena Quaglini a seis años y ocho meses de prisión. Mientras, otro juzgado la condenó a un año y ocho meses por el asesinato del violador de 80 años, le rebajaron la pena al entender que fue en defensa propia.
También se tuvo en cuenta otro informe elaborado por el profesor Maurizio Marasco en relación al asesinato del violador Angelo Porello. El experto afirmó que Quaglini "era capaz de comprender las consecuencias de sus acciones", según la información recogida por La Vanguardia. Asimismo, apuntaba que los tres crímenes muestran "la figura criminológica del asesino en serie".
A pesar de que las autoridades veían mejora en Milena Quaglini, esta se quitó la vida días antes de conocer la sentencia por el asesinato de Porello. Fue el 16 de octubre del 2001.