El caso de Marta del Castillo vuelve a la actualidad con la emisión del documental de Netflix '¿Dónde está Marta?', donde se revelan muchos de los fallos y las múltiples versiones que se ofrecieron y terminaron sin el hallazgo del cuerpo de la víctima.
Desde su encarcelamiento, la vida de Miguel Carcaño, asesino confeso de Marta del Castillo, ha dado un giro de 180 grados. Los primeros diez años en prisión se han resumido en una constante rutina que le llevó a vivir prácticamente en la indigencia dentro del centro penitenciario.
Carcaño permanece en Herrera de la Mancha desde 2013 y, según relatan fuentes de la prisión al diario La Razón, su vida ha cambiado enormemente. En un primer momento, el asesino de Marta del Castillo se dedicaba a ponerse en la cola del economato como si fuera un mendigo a la espera de que alguien le proporcionase, al menos, una lata de Coca-Cola de vez en cuando. Pero todo ha cambiado.
Desde hace algo más de un año, su vida ha dado un giro de 180 grados hasta el punto de que se ha convertido en líder de su módulo. Su destino ha cambiado desde que tiene el mejor trabajo que se puede encontrar en la cárcel. Trabaja en la panadería del centro recibiendo una paga mensual de 430 euros, un gran dinero para vivir dentro de la cárcel.
Dicen que acostumbra a obsequiare con panes especiales y pastas a algunos funcionarios. Además, se ha montado una especie de negocio en el módulo, consistente en un economato paralelo. Carcaño suele comprar cajas enteras con varios productos como lácteos probióticos, galletas y chocolates que posteriormente revende en su celda para obtener un dinero extra.
De hecho, su interés por estos productos le lleva a dejar sin abastecimiento el economato oficial, hasta el punto de que los reclusos terminan acudiendo a su celda para comprarlos por un precio más caro del que indica la caja. Con este dinero, Interior debe asegurarse de que cumple con el pago de la responsabilidad civil a la que fue condenado: 340.000 euros que pretendía pagar a razón de 20 euros mensuales.
Junto con su vida en prisión, también ha cambiado enormemente su aspecto. Llegó a pesar menos de 50 kilos por una supuesta intolerancia a la lactosa que le provocaba fuertes indigestiones. De hecho, tuvieron que adaptarle la dieta. Pero ahora todo ha cambiado: ha comenzado a pasar más tiempo en el gimnasio y ha empezado a consumir proteínas en polvo, al estilo de quienes practican la musculación. Obtiene estas proteínas en unos botes enormes que consigue a través de Demandaduría.
Su extraña relación con un párroco y la ayuda que recibe
Su cambio de vida ha llegado, también, gracias al párroco de la prisión, Vicente Elipe López-Pélaez, según relata el diario La Razón. Celebra misa los sábados por la tarde, alrededor de las 17:30 horas.
Carcaño no es un gran devoto, pero su relación con el religioso se ha ido estrechando especialmente desde que el párroco le ha empezado a dar clases de italiano en el interior de la capilla. Esta circunstancia ha llevado a que los funcionarios hayan criticado al capellán, que muchas veces acude a diario al módulo de Carcaño para llevarse al preso a la capilla, lo que ha aumentado los rumores de un posible romance, hasta comentarse que el religioso tiene el nombre de Miguel tatuado en la muñeca y que lo tapa con pulseras.
A pesar de todo, Carcaño habría conocido a través de este hombre a una joven que tocaba la guitarra en la iglesia y que posteriormente trabajó con Cruz Roja haciendo cursos sobre alcohol y drogas en el centro. Con ella habría tenido comunicaciones íntimas hace tres años.
La última relación que se le conoce es con una prostituta de Valdepeñas, con la que mantuvo contacto hasta hace un año e incluso aseguran que él le mandaba giros de 250 euros mensuales porque la mujer sufría apuros económicos y tenía un hijo al que mantener. Sus vínculos con su entorno de Sevilla están rotos y tan solo mantiene contacto con un amigo llamado José con el que contacta a través del teléfono.
Junto a estas actividades, Carcaño también pasa el tiempo disfrutando en su celda todo tipo de películas y series con un USB que conecta a la televisión que mantiene tras las rejas. Aseguran que ha leído 'Mi lucha' de Hitler y libros sobre la II Guerra Mundial, así como que mantiene un discurso racista. Sus dos 'padrinos' en el módulo son Javier Riquelme, presidente del Club de fútbol Promesas de Alicante condenado por abusos sexuales a menores y Francisco Bretol, de 63 años, preso por haber apuñalado en ocho ocasiones a su última pareja.