Hace más de diez años que los vecinos de Coslada y de San Fernando de Henares reclamaban que el metro pasara por sus barrios. Finalmente sus peticiones fueron escuchadas y Esperanza Aguirre prometía que la línea 7 llegaría hasta sus casas. Lo logró en 2007, cuando junto a Ignacio González y Alberto Ruiz Gallardón inauguraba el primer viaje de esta ampliación de línea. El trayecto inaugural salió a la perfección, pero los vecinos no tardaron en darse cuenta de que algo no iba bien, ya que cuando los trenes salían de estas estaciones, lo hacían recubiertos de 'chorretones' de sal.
Solo dos años después, en 2009, la Comunidad de Madrid cerraba el tramo de línea para realizar trabajos de impermeabilización, que no hicieron otra cosa que alargar el problema hasta el día de hoy, donde los vecinos de la zona observan impotentes como sus casas se están agrietando por culpa del metro.
¿Qué ha pasado?
El resumen de este largo drama es muy sencillo: las prisas no son buenas. La necesidad de cumplir con las promesas electorales provocó que el proyecto cesara mal y pronto. En un principio el tramo iba a ser una línea recta entre las estaciones de San Fernando y Jarama, pero con el fin de satisfacer todas las demandas de los votantes, se modificó para que fuera una curva e incluyese dos estaciones más, Henares y Hospital de Henares. Este pequeño dato provocó que las investigaciones anteriores al proyecto, que daban el visto bueno al terreno, quedasen completamente inservibles, ya que la curva iba a atravesar un territorio poco propicio para la construcción.
Como bien diría Isabel Allende, la vida es una cadena de sucesos conectados entre sí, y para conocer el presente debemos ir al pasado. Pues bien, debemos retroceder millones de años atrás, hasta nada más y nada menos que el Mioceno. En esta fase de la tierra, comenzó a conformarse el terreno que actualmente pisamos y por desgracia, el que pisa Alcalá de Henares se configuró como un lago donde se depositaban sales. Debido al clima de la época, el lago se fue evaporando y llenando repetidas veces, hasta que al final quedó una capa de salina, sobre la que se construyó Alcalá de Henares.
Dicha capa, ha estado tranquilita durante cientos de años, descansando bajo una capa de arcillas y otros sedimentos comprimidos, hasta que llegaron las tuneladoras. Pero, si la sal está en estado sólido, ¿quién es el culpable de que la sal se esté descomponiendo? El Jarama. Cuando se hace un agujero profundo las aguas subterráneas acaban yendo hacia él. Sin embargo estas no son tan potentes como para acabar con una obra de tal envergadura, pero sí el Jarama. Manuel Lombardero, miembro del Colegio de Geólogos, ha explicado para El Español, que ha tenido accedo a toda la documentación del proyecto, porqué ha ocurrido esto: "Si el drenaje inducido por una obra es importante, un río puede pasar de ser ganador (recibir agua de un acuífero) a ser perdedor (alimentar el acuífero) y eso es lo que ha ocurrido con el Jarama".
¿Qué pasará?
Por si no bastara con las inundaciones, los efectos a largo plazo de este drama se desconocen. Lombardero ilustra que el lago que antaño circulaba por Alcalá de Henares dejó cientos de materiales evolutivos, que en presencia del agua experimentan cuentos de cambios. Es decir, las obras de la línea 7 fueron el explosivo para que se desencadenaran una serie de reacciones bajo tierra cuyo efectos son desconocidos. Generalmente, provocan que algunos materiales se dilaten y otros se contraigan, lo que da una explicación a las grietas de las casas colindantes a la línea de metro.
¿Soluciones?
Evidentemente, cuando en mitad del proyecto de construcción repararon en este problema se intentó poner una solución. No obstante, tal y como detallan los documentos a los que ha tenido acceso El Español, los proyectos de rectificación y modificación se elaboraron en plazo demasiado rápido. Así lo describe un ingeniero de caminos especializado en este tipo de obras: "Son proyectos hechos muy rápido y con la obra ya empezada. ¿Cómo rectificas una obra ya empezada con la tuneladora en marcha si de repente descubres sales que ponen en riesgo la obra? No es fácil hacer ese tipo de cambios y menos si quieres inaugurar antes de las elecciones".
Entonces, cuando cierran las líneas, ¿qué hacen? Pues muy sencillo, insuflar hormigón, que podría haber paliado el problema de forma temporal si hubiesen utilizado un material especial para esos ambientes. En lugar de eso, utilizaron un cemento que no era de la calidad necesaria, lo que ha provocado que este aún siga líquido bajo los andenes.
Lombardero tiene claro el remedio: "Hace poco se dio un caso parecido al construir la línea de alta velocidad entre Madrid y Valencia, a la altura de Seseña, Toledo. La solución que se dio ha funcionado: consistió en demoler la vía ya construida, levantar varios metros de terreno por debajo y sustituirlo por un terreno bueno, arena de miga compactada, y poner debajo una lámina impermeable que impide que el agua penetre en el terreno. En su lugar volvieron a construirlo todo y es una línea ferroviaria estupenda".