Una gran bola de fuego sobrevoló el cielo de Aguas Zarcas, un pequeño pueblo de Costa Rica, el pasado 23 de abril cuando estaba anocheciendo. Era un meteorito, que se calcula tenía el tamaño de una lavadora. Afortunadamente, cuando cruzó la atmósfera de la Tierra, la masa se rompió en cientos de meteoritos que llovieron sobre la pequeña ciudad. Muchas fueron pequeñas, pero una de las rocas, que pesaba un kilo, se estrelló contra el tejado de una casa, atravesándolo y rompiendo la mesa del comedor en la primera planta.
Aunque no seamos del todo conscientes, los meteoritos caen en la Tierra de manera regular. Pero esta ocasión es especial, porque además de haber sucedido en una zona urbana, la composición de las rocas no es la habitual. En este caso los meteoritos pertenecen al grupo de las condritas carbonáceas, muy ricas en agua y compuestos orgánicos.
Cuando se conoció la noticia, se inicó una recogida de muestras para llevarlas a laboratorios de todo el mundo y así analizar de manera científica el fenómeno. Expertos han explicado que dichas muestras tenían que ser recogidas antes de que lloviese, porque la mayoría de ellas son de arcilla, y tan pronto como estos meteoritos se mojan, desaparecen. Afortunadamente, en esta ocasión pasaron cinco días sin lluvia en la región, que les permitió recolectar casi 25 kilos de meteoritos.
En la Universidad Estatal de Arizona (ASU), recibieron varias muestras de meteoritos recolectadas por un granjero, para que las analizaran y fueran clasificadas. El Centro de Estudios de Meteoritos de ASU tiene una instalación especializada con gabinetes de nitrógeno para el almacenamiento de rocas particularmente sensibles en el aire, donde la atmósfera de nitrógeno los conserva y detiene su degración, según explica ABC.
Un nuevo recurso: meteoritos con agua
Ahora, investigadores de ASU están trabajando para conocer, entre otras cosas, si la muestra puede explicar algo acerca de si este tipo de meteoritos proporcionaron los ingredientes para los orígenes de la vida en la Tierra. Además, estos meteoritos serán aprobados, clasificados y nombrados de manera oficial por el comité de nomenclatura de la Sociedad Meteorítica, lo que supone el primer paso y el más importante para un análisis científico en profundidad.
Las condritas carbonáceas encontradas en Costa Rica, debido a su composición rica en agua, pueden proporcionar una importante información sobre cómo podemos extraer el agua de los asteroides en el espacio, lo que puede suponer un recurso más allá de la Tierra. En esta ocasión, el meteorito costarricense proviene de un asteroide que fue un planeta temprano (planetesimal) que tenía agua y materiales orgánicos. "Se formó en un ambiente libre de vida, luego se conservó en el frío y el vacío del espacio durante 4.560 millones de años y luego cayó en Costa Rica", explica Laurence Garvie, uno de los principales investigadores del estudio.
Garvie y su equipo, al igual que científicos de todo el mundo, analizarán estos meteoritos, durante los próximos años, para obtener nuevos conocimientos sobre la extracción de agua de los meteoritos, así como información sobre los orígenes del sistema solar y el proceso orgánico.