La ley holandesa prohíbe a la policía y al ejército entrar en lugares de culto durante la celebración de servicios religiosos. A ello se aferran los feligreses de la parroquia de Bethel, una pequeña iglesia evangélica de la ciudad de La Haya, para evitar la deportación de una familia de refugiados.
Para ello, su pastor ha decidido organizar una celebración ininterrumpida de servicios religiosos durante las 24 horas del día. El único fin pasa por evitar la detención de la familia Tamrazyan, natural de Armenia, que el Estado holandés pretende deportar.
Un grupo de pastores procedentes de todo el país, llevan ya 29 días personándose por turnos a la iglesia, donde cientos de fieles acuden a diario a los nuevos y abundantes servicios. Mientras tanto, los Tamrazyan prosiguen con su rutina en el interior de los salones del templo.
El padre de familia, Sasun Tamrazyan, es activista político y opositor en Armenia, donde había recibido amenazas de muerte, hecho por el que decidieron huir y buscar asilo político en Holanda, donde llevan ya nueve años residiendo. Tras años de burocracia, se les fue concedido el asilo por un juez. Sin embargo, el Gobierno lo ha revocado debido a las reformas de la política migratoria holandesa.
Recibieron una orden de deportación
Los feligreses intentaron que el Ejecutivo aplicase la ley que permite el permiso de residencia a familias con niños que hayan vivido más de cinco años en el país. A pesar de ello, las autoridades decidieron incumplir esta legislación.
Ante esta situación, recurrieron a su parroquia local que, aunque no tenía espacio para alojarles, les puso en contacto con otra más grande hasta que finalmente en octubre, la iglesia Bethel pudo acoger a la familia.
Theo Hettema, un miembro del Consejo General de Ministros Protestantes, reconoce que hubo tensas deliberaciones internas sobre que hacer con la familia. "Ninguna iglesia debería tener que escoger entre el respeto al gobierno y el respeto a la dignidad humana". Finalmente, el veredicto dispuso que la acogida era prioritaria, aunque provisional.
Hettema espera que en cualquier momento el ministro de Migración "garantice la residencia a los Tamrazyans", pero hasta que no se haga, los servicios religiosos se seguirán celebrando para impedir la deportación.