Katie Piper lo hace todo y si algo pudo aprender de la terrible agresión que sufrió hace unos años, es simplemente a vivir la vida al máximo. No se priva de nada y ha cumplido muchos sueños, sin dejar a un lado el modelaje. Guapa por fuera y por dentro. Por otro lado, es escritora y filántropa, quiere ayudar a todas aquellas personas que hayan pasado por lo mismo que ella durante todo el proceso de adaptación y recuperación.
Su amor por la vida y la fuerza de voluntad con la que pudo salir adelante tras lo ocurrido le llevaron a publicar al menos cinco libros con los que que ha aprovechado para ayudar a los demás desde su propia experiencia. También ha conseguido trasladar su historia a través de la tele, consiguiendo reducir el estigma existente contra las personas que sufren este tipo de duras desgracias.
Todo un claro ejemplo a seguir. No fue fácil, lo perdió todo, hasta su rostro. Todo ocurrió cuando su ex pareja Daniel Lynch la apuñaló y violó varias veces. Siendo consciente de su fuerte temperamento y presa del miedo, la modelo británica cortó con él y lo denunció a la policía. Una agresión machista en toda regla que casi acaba con su vida después de las represalias tomadas por el agresor: envió a un cómplice, Stefan Sylvestre, a rociar su cara con ácido sulfúrico.
Las secuelas más visibles y que peores consecuencias tuvieron fueron casi mortales, su rostro quedó calcinado, perdió la vista de un ojo y tragó un poco de ácido. Por no mencionar las quemaduras en los brazos. Los agresores se encuentran en prisión y fueron condenados a cadena perpetua.
200 operaciones y toda una vida por delante
Tras pasar más de 200 veces por el quirófano de los mejores profesionales alrededor del mundo, Katie se sometió recientemente a una operación quirúrjica más, con el objetivo de recuperar la vista del ojo que quedó dañado. Piper intentó hacer todo lo posible por volver a recuperar su vida de la manera más normal posible. La perfección dentro de la imperfección. Y lo consiguió. En una entrevista con National Geographic, describe los tratamientos a los que ha tenido que hacer frente: "Sustitutos dérmicos, láminas de colágeno y elastina e injertos de piel de otras partes de su cuerpo". También utilizaron células madre "para intentar cultivar piel de reemplazo" y regenerar células similares de su cuerpo.
"He trabajado para redefinir mi identidad. Con lesiones como la mía, tu cara está tan dañada que tus expresiones no expresan cómo te sientes. Perdí la capacidad de sonreír", relata, explicando que la perspectiva que tenía de sí misma cambió radicalmente. Las emociones y los sentimientos se pierden, al menos su reflejo directo, y eso conlleva una carga emocional considerable. Katie se lamenta de que las operaciones no puedan curar las "heridas emocionales". Tras todos sus cambios, no tuvo más remedio que darle otro significado al concepto de belleza, puesto que no entraba dentro de los cánones estéticos generalizados por la sociedad. Aprendió a hacerlo: "Ya no me centro en lo estético. La belleza no es solo cumplir unos cánones", reconoce.
Piper no paró ni un segundo y se negó a abrazar el anonimato tras lo ocurrido. Quiso que todo el mundo se enterara de lo que le sucedió para crear conciencia de ello y ayudar a salir adelante a todos aquellos que hubieran pasado por una experiencia similar. Por ello comenzó creando su propia fundación, que vio la luz a finales de 2009.
De forma benéfica, la Katie Piper Foundation no solo lucha por sacar a la luz este tipo de casos, donde las víctimas han de hacer frente a un cambio de apariencia que significa algo más que eso. "Cambia tu vida, se transforma dramáticamente en un instante", explica Piper. Por otro lado, también aspira a poner en conocimiento de todos el difícil tratamiento y cuidado posterior por el que hay que pasar. Ella se operó en Gran Bretaña, pero inició su proceso de recuperación en Francia. Celebrities como Simon Cowell y su mujer Laura Silverman también son mecenas de la fundación y apoyan su labor.