Feminismo: 1. m. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres. 2. m. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.
Así define nuestra Real Academia Española uno de los movimientos sociales que más fuerte están pegando en el panorama público en los últimos tiempos. Numerosas voces se han puesto a su favor, siendo una de las más laureadas la actriz Emma Watson, quien defendió los derechos de las mujeres ante la ONU y promovió la visibilidad del sector masculino del feminismo con su campaña #HeForShe, o Patricia Arquette en su discurso tras ganar el Oscar a Mejor Actriz de Reparto este 2015 quien provocó una reacción en Meryl Streep que pocas veces habíamos visto (y seamos sinceros, un tanto divertida).
Sin embargo, y como casi todo, este movimiento es también susceptible al humor, más tras unos turbios años en los que el feminismo se radicalizó hasta el punto en el que la sociedad empezó a tener una mala imagen de él. De ahí surgió en la red social Twitter el movimiento #MeninistTwitter (traducido literalmente como "hombrismo" o "masculinismo") en el que se parodiaban con más o menos gracia ese feminismo radical (que rozaba la exaltación de la mujer por encima del hombre). "¿Por qué los hombres tienen que pagar al entrar a una discoteca?", "Magic Mike promueve expectativas irreales en torno a cómo es el cuerpo masculino" o "Dejad de mirarnos el paquete cuando llevamos pantalones de deporte" son algunos de los divertidos problemas del hombre del siglo XXI que planteaba este satírico movimiento.
Hasta ahí todo bien. El gran problema es cuando determinadas cabezas pensantes no saben tomarse las cosas con el humor con el que se crean y llevan el movimiento a una concepción seria. Pronto, la estupidez de algunos norteamericanos se expandió globalmente, demostrando que en todos lados cuecen habas y transformando un movimiento humorístico en una broma de mal gusto. He aquí las razones por las que el "meninism" ha acabado dando vergüenza ajena.
1 Los propios miembros de este movimiento
Y es que este grupo de hombres son claramente identificables alrededor del globo (podéis ojear el hashtag en Twitter): resentidos a nivel sentimental (un servidor no puede explicarse por qué con tal actitud), púberes que ven la guerra de sexos como algo a defender en vez de a erradicar, ignorantes que no se han leído la definición al principio de este artículo o todas juntas a la vez.
Son los mismos que cuando en EEUU celebran el Mes de la Historia Negra proclaman la existencia de un Mes de la Historia Blanca, o los que creen que es necesario un Día del Orgullo Heterosexual. Los mismos que ven en esas festividades la celebración del "ser diferente" en vez de la celebración de la lucha y la visibilidad de colectivos hasta hace escasos años oprimidos.
Son esas personas a las que les quema las entrañas y ven amenazada su masculinidad por el hecho de que una palabra que hace referencia a la igualdad aluda explícitamente al género femenino. ¿Lo triste? Que incluso algunas mujeres jóvenes se han empezado a adherir al movimiento.
2 Las propias convicciones que defienden
El "meninism" se ha empezado a mezclar y confundir con el sexismo clásico de toda la vida, transformándolo en una especie de neomachismo. Y es que de los comentarios jocosos se ha pasado a recriminar a la mujer su papel en estas "desigualdades" que plantean. Por tanto, se ha transformado en un movimiento anti-feminista y en ocasiones hasta misógino.
Es decir, están llevando a cabo lo que tanto criticaban del feminismo radical que se basaba en la misandria o androfobia (aversión por los hombres). Nos encontramos, así, ante un movimiento hipócrita que no comprende que las mujeres no han generado de la nada esos problemas de los que se quejan, sino que éstos vienen de haberle dado a ellas numerosos derechos que llevaban ejerciendo los hombres exclusivamente hasta ahora (como poder rechazar a alguien simplemente por el físico, sexualizar el otro género, etc.). No comprenden que la igualdad no es sólo tener los mismos derechos, sino también los mismos problemas.
3 Lo desaprovechado del movimiento
¿Sirve para algo un movimiento que defienda los derechos de los hombres?
Aunque pueda parecer mentira, sí que lo hace. De la misma forma que las mujeres se enfrentan a problemas como recibir un menor sueldo por hacer el mismo trabajo, que los hombres decidan en asuntos estrictamente femeninos como el aborto o una excesiva sexualización de su género, el siglo XXI también ha traído visibilidad a problemas para los hombres como la violencia de género de la mujer al hombre, mayores penas de cárcel por el mismo delito o los derechos del hombre como padre en las sentencias de divorcio.
Y estos son temas que también se deberían atacar. Son además problemas que el propio feminismo debería acarrear en su búsqueda de la igualdad de sexos. Por tanto, la existencia de un movimiento 'pro-igualdad desde la perspectiva masculina' hermanado con el feminismo sería ideal para empezar a combatir esos problemas que aunque parezcan menores, empiezan a gozar de gran importancia en nuestra sociedad.