Suecia ha vuelto a hacerlo. El Melodifestivalen 2021 dio anoche el pistoletazo de salida desde las frías tierras de Estocolmo y ya ha encontrado a sus dos primeros finalistas para la gran final del 13 de marzo. Danny Saucedo, con su tema 'Dandi Dansa'; y Arvingarna, con 'Tänker inte als gå hem', vinieron, vieron y vencieron. No era la primera vez, pues tanto el solista como el grupo han participado anteriormente en el certamen popular escandinavo.
Por otro lado, Paul Rey, uno de los finalistas del año pasado, se tendrá que conformar con el pase a la ronda de repesca, donde volverá a intentar convencer con 'The Missing Piece'. La misma suerte correrá el grupo Lillasyster, cuyo tema metalero, 'Pretender', les ha servido para al menos contar con una segunda oportunidad del público sueco. Ambos se verán las caras el 6 de marzo.
De esta forma, Kadiatou, Jessica Andersson y Nathalie Brydolf dicen adiós a la competición. Ni 'One Touch', ni 'Horizon', ni 'Fingerprints' convencieron a los televidentes, quienes prefirieron apostar por los temas escritos e interpretados en idioma nacional, dejando a un lado la lengua de Shakespeare. Kadiatou, por su voz intermitente y carente de fuerza en la interpretación de su pegadizo tema; Andersson, por la falta de novedad en torno a la puesta en escena presentada y el sonido poco envolvente y carente de competitividad de su canción; así como el debut de Brydolf en el concurso, junto a un número muy manido en el festival, pudieron ser algunas de las razones por las que el público sueco decidió no apostar por su continuidad. Si se cumplen los pronósticos, lo volverán a intentar en años venideros.
Las casas de apuestas acertaron con el pronóstico, ya que desde el pasado jueves contaron con el pase a la final de Saucedo y Arvingarna. No obstante, su predicción se truncó con la de la exeurovisiva Jessica Andersson, quien anoche se tuvo que ir a casa con las manos vacías; y también con la de los chicos de Lillasyster, a quienes finalmente la audiencia ofreció la posibilidad de volver a interpretar su tema en el Andra Chansen, la gala de repesca, previa a la final.
Una gala ágil de hora y media, quizá menos dinámica y con menos enganche que la de sus vecinos noruegos, donde la pandemia estuvo muy presente por la falta de público en el Annexet, recinto en el que tuvo lugar, anexo al Globen Arena, el edificio esférico más grande del mundo. De hecho, el pabellón donde el Melodifestivalen busca su próximo representante en Eurovisión ya respiró nerviosismo, emoción y expectación eurovisiva cuando en 2016 dio cobijo a todos los camerinos de las delegaciones participantes en el certamen europeo, que aquel año también tenía lugar en Estocolmo.
La separación y la distancia de seguridad entre todos los presentes, así como de los concursantes y presentadores fue palpable en cada segundo. De hecho, los productores ya avanzaron que cuentan con estrictas medidas de seguridad que minimizan al máximo los riesgos ante una posible exposición al virus. Existe un plan B, e incluso un plan C, en caso de que sea localizado un foco de COVID-19. Un buen movimiento por parte de los suecos, que en los últimos días han contado con una cifra bastante irregular de fallecidos, superando incluso el centenar. Un número relativamente elevado para el conjunto de los 9 millones y medio de habitantes que tiene el país.
Éxito rotundo con datos de audiencia apabullantes
Sveriges Television (SVT), ente público de radiodifusión en el país y organizador desde hace más de 60 años de este programa televisión, el mayor en la industria del país, contó a lo largo de la velada de anoche con el veredicto de 628.624 telespectadores, procedente de las llamadas, los SMS y la app oficial del Melodifestivalen, ahora también disponible en España. Además, consiguió hacerse con aproximadamente 82.000 euros (825.405 coronas suecas), gracias a los votos recibidos en el número de teléfono destinado a la asociación Radiohjälpen.
Esta asociación solidaria con fines humanitarios fue creada por la propia cadena y se convirtió oficialmente en fundación en 1966. Cada año, la audiencia patria le ofrece su solidaridad utilizando los números de teléfono y SMS habilitados para este fin en las distintas emisiones de televisión. La cantidad es posteriormente distribuida a diferentes organizaciones y asociaciones sin ánimo de lucro que se encargan de financiar desastres internacionales, erradicar la pobreza infantil y mejorar sus condiciones de vida, así como las de las personas con discapacidad. . Como dijimos, un programa muy diverso, por y para todos.
Las audiencias que el Melodifestivalen reporta cada año son un gran valor para la industria televisiva y musical en Suecia. Es por tanto su tesoro mejor guardado y aprovechado, cuidado y mimado a la par. A estas alturas, el Melodifestivalen ya contaba en 2020 con 2.949.000 fieles seguidores, que sintonizaron con la primera emisión del concurso, cuando celebraba su primera semifinal desde el Saab Arena de la ciudad de Linköping. Se recogieron por aquel entonces 502.404 votantes únicos, número superado con creces tras la emisión de la pasada tarde, aproximadamente 125.000 menos que en esta ocasión.
La semana que viene, el show estará de vuelta desde el Annexet de Estocolmo con su segunda ronda de clasificación, donde al productor y presentador principal Christer Björkman, en su retirada tras 20 años al frente del formato, se le unirán los cantantes Oscar Zia y Anis Don Demina. Ambos, que han participado anteriormente en el programa, cuentan con carreras meteóricas en Suecia y un número creciente de seguidores, especialmente en el caso de Don Demina. En cuanto a los participantes, será el turno de Anton Ewald; Julia Alfrida; WAHL & SAMI; Frida Green; Eva Rydberg & Ewa Roos; Patrik Jean; y la subcampeona de 2020, Dotter. Esto no ha hecho más que empezar.
Nosotros también nos sumamos, #IngetStopparMello (Nada para al Melodifestivalen).