La fuga de cerebros ya no es una expresión que solo pueda aplicarse a los jóvenes universitarios que se tienen que ir de España para labrarse un futuro digno, sino que ahora hasta los premios Nobel tienen que marcharse de nuestro país. El festival Starmus traslada su sede desde Tenerife hasta Noruega para celebrar su cuarta edición, informa El País.
El festival se celebró por primera vez en 2011, convirtiéndose en un importantísimo referente en el mundo científico gracias a los prominentes investigadores y eruditos que asistieron: el físico Stephen Hawking, el biólogo Richard Hawkins, el divulgador Neil deGrasse Tyson e incluso el astronauta Neil Armstrong, en su última gran aparición pública antes de morir.
Pese al renombre del festival, su primera edición fue un fracaso económico. La segunda consiguió a duras penas recuperar pérdidas, mientras que la tercera tuvo un impacto global de 415 millones de euros. Sin embargo, no fue suficiente para Starmus, quien tuvo muchas dificultades para que empresas españolas lo patrocinaran. En España, la ciencia no vende.
Ahora, los organizadores del festival han decidido trasladar su sede a Trondheim, en Noruega, cuyo Museo de la Ciencia ya había mostrado interés por atraer a los organizadores de Starmus. Su cuarta edición se celebrará en junio de 2017.
España, un país que no valora la ciencia
Que los cerebros más privilegiados se vayan a otros países no es nada nuevo para España, que cada año ve cómo sus jóvenes más brillantes se van a países como Estados Unidos a continuar con sus carreras profesionales. Los fondos para investigación son notoriamente reducidos, lo que provoca que cientos de jóvenes busquen su oportunidad fuera de casa.
Mientras que para la Ministra de Trabajo, Fátima Báñez, esta fuga de cerebros tan solo significa "movilidad exterior", las mentes patrias más brillantes, después de haber invertido en su formación en España, se ven obligados a desarrollar fuera su trababajo. Ellos no pueden encomendarse a la Virgen.