La Policía Judicial portuguesa ha detenido en la localidad de Algés, en las inmediaciones de Lisboa, a un joven de 23 años, llamado Tiago, acusado de haber acabado con la vida de su padre, Manuel Monteiro, de 63 años. El joven alegó que quería defender a su madre y su hermana.
Según declaró a los agentes, no mostraba ningún tipo de arrepentimiento por lo sucedido. "Ahora está todo bien, no volverá a pegarnos", recoge el diario local Correo da Manha. Interrogado sobre los motivos que le llevaron a hacerlo, el joven dijo: "Un día nos mataría a uno de nosotros. Probablemente mi madre".
El hombre, que fue agredido con extrema violencia con un golpe en la cabeza, fue encontrado muerto en la cama con una bolsa de plástico en la cabeza y los pies atados. El joven regresó a casa con la ropa ensangrentada y admitió haber sido el autor de los hechos.
Ya había denuncias previas
La prensa portuguesa señala que la hermana de Tiago había denunciado previamente la situación de violencia en su casa. Las autoridades intervinieron, pero se limitaron a incautarse de las armas de fuego que el padre poseía, sin ahondar más en el episodio de violencia. Fue la mujer, al parecer bajo amenazas de muerte, la que pagó la multa impuesta a Manuel Monteiro.
La prensa lusa recoge que los episodios de violencia se habían intensificado durante las últimas semanas, después de que el padre de familia contrajera Covid-19 pero se negara a quedarse solo y aislado en la vivienda, como exigen las autoridades.
Cada vez que su mujer le pedía que se quedara, el ahora fallecido la amenazaba o directamente agredía. Según la prensa local, el vecindario esperaba un desenlace fatal en la familia, pero siempre imaginaron que sería la esposa quien falleciera.
