El cambio de hábitos de vida, las campañas institucionales y el acceso a más y mejor información están acabando con uno de los sectores más controvertidos: la compraventa de tabaco. Aquel gesto de 'encenderse un pitillo' que era símbolo de sofisticación, rebeldía y liberación de la mujer; ha pasado a ser denostado socialmente, enviando siempre al fumador a ese 'rincón de castigo' que se encuentra a la puerta de bares, oficinas y discotecas.
A pesar de todo, no podemos bajar la guardia: el consumo de esta sustancia aún causa 52.000 decesos anuales en España y sigue siendo la primera causa de muerte evitable en todo el mundo.
Con el fin de dar una vuelta a esta situación y ante un fuerte progresivo descenso de las ventas, la aún todopoderosa industria se encuentra en pleno proceso de transformación para evitar la pérdida de unos suculentos ingresos.
La primera en posicionarse ha sido la líder del mercado, la tabacalera Philip Morris. La dueña de Marlboro, Chesterfield o L&M ha iniciado ahora la primera fase de ejecución de un plan que ha sido elaborado durante todo 2018 y que espera sustituir por completo al cigarrillo tradicional en los próximos años de manera gradual.
No hay que olvidar que las restricciones aumentan y que algunas regiones como la UE continuan hacia adelante en su plan de imponer la denominada como cajetilla blanca única, es decir, prohibiendo el uso de logos y concediendo todo el protagonismo a las advertencias sanitarias. Una medida que por el momento se encuentra paralizada en mitad de litigios a cuenta de la propiedad intelectual de sus marcas registradas.
El plan de Philip Morris se encuentra completamente diseñado y se basa en dos ejes: la apuesta por el cigarrillo electrónico y el acceso al mercado de la marihuana, un suculento negocio del que podrán aprovechar la creciente legalización y blanqueamiento de su imagen.
Sustitución del papel por la electrónica
Ese será el primer paso a nivel global. A diferencia del cigarro electrónico que todos conocemos, la tabacalera estadounidense ha lanzado un dispositivo en el que el tabaco se calienta a 300ºC sin llegar a producir combustión. Con ello, entre otras cosas, se eliminaría teóricamente la presencia de alquitrán, aunque las más de 1.500 sustancias tóxicas que contiene el tabaco industrial continúan presentes.
Los nuevos sistemas han llegado a España, aunque sus autores reconocen que sus beneficios aún llegan de producir daños en la salud de sus consumidores: "Somos los primeros en advertir que IQOS - el sistema en desarrollo- no es inocuo, pero también decimos que la reducción del 90% de las sustancias nocivas que provienen de la eliminación de la combustión hace que se presente como una mejor alternativa para quienes quieren de otra manera continuarán fumando", asegura el director general de Philip Morris, Enrique Jiménez, en una entrevista con el diario La Razón.
La adicción continúa y el tabaco sigue ahí. Además, hay dudas sobre cómo puede afectar realmente a la salud este nuevo tipo de cigarro. Aunque la empresa dice que se reduce el daño en un 90%, algunos informes apuntan a que este tipo de sistemas son menos inocuos de lo que pensamos
Sin duda, los pasos en este sentido se están realizando de manera progresiva y, aparentemente, no hay vuelta atrás: la industria del tabaco tradicional se está dirigiendo hacia su final definitivo. La mayor prueba se encuentra en la afiliada griega de Morris, Papastratos, que ya ha reconvertido al 100% su producción en Aspropyrgos para dejar de elaborar cigarrillos.
Ahora, con un plan de futuro, Philip Morris está intentando presionar mediante su influencia para que las autoridades relajen su normativa respecto a este tipo de dispositivos. No hay que olvidar que algunos países ya han prohibido su uso en espacios cerrados e incluso su venta. Pero hay más: también tiene la intención de que el tabaco destinado a su nuevo desarrollo incorpore las advertencias tradicionales, pero con el siguiente lema: "Riesgo reducido".
Por el momento, el principal mercado de este desarrollo de encuentra en Japón, donde el 15% del tabaco se corresponde únicamente con el aparato que ha desarrollado Philip Morris. Un movimiento que lleva la delantera y que permitiría literalmente 'comerse' por completo al resto de empresas del sector.
El futuro: el aumento de la tolerancia social a la marihuana
Junto con la reconversión del tabaco, las empresas de un sector que aún guarda mucho poder están aprovechando el blanqueamiento de la marihuana y la legalización que han emprendido México o Canadá para 'pescar' en la producción de porros. Sí, porros.
La primera medida se ha materializado con la compra del 45% de la productora Cronos Group, encargada de producir marihuana en Canadá con fines recreativos y terapéuticos.
La tabacalera no oculta sus pretensiones y señala que es la mejor forma de salvar las cuentas en un sector que se desmorona: "Invertir en el grupo Cronos como nuestro socio exclusivo en el emergente mercado global del cannabis representa una interesante oportunidad de crecimiento", ha señalado Howard Willard, presidente de la filial de Philip Morris, Altria.
Los beneficios pueden ser especialmente atractivos, ya que se encuentra en pleno auge y se espera una subida meteórica durante la próxima década. Por ello, hay grandes multinacionales interesadas en 'hincar el diente', como Coca-Cola y con intenciones de preparar brebajes a modo de 'nuevo alcohol'.
