"¡No le des dinero a los españoles e italianos!", gritó el trabajador durante la visita del primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, a una fábrica. La polémica ha llegado por la respuesta dada por el político que, sonriente, lanzó un gesto aprobatorio levantando el dedo pulgar mientras respondía: "No, no, no".
Este gesto tiene lugar en mitad de las negociaciones abiertas en el Consejo Europeo para abordar el acceso a un fondo de reconstrucción tras la crisis del coronavirus. Está previsto que el fondo quede dotado con unos dos billones de euros, pero las diferencias entre países se dan en cómo se forma esa ayuda.
El mandatario holandés se ha convertido en el principal responsable en el seno de la Unión Europea de no dar luz verde a las ayudas económicas a los países que más han sufrido los devastadores efectos del virus -Italia, España o Francia- para atajar así la crisis económica derivada de la pandemia.
Se necesita unanimidad y España, Francia e Italia defienden que el acceso al fondo sea a partir de transferencias, más en concreto con bonos perpetuos con cargo al presupuesto de la UE. De esta forma, solo habría que devolver los intereses. En cambio, Países Bajos se niega: "No quieren asumir la deuda de los demás".
Así, Mark Rutte considera que se tienen que dar préstamos, algo positivo para los suyos pero muy negativo para los Estados miembros más afectados por la pandemia. Si las partidas se dan a partir de préstamos, el endeudamiento se disparará entre quienes más dinero soliciten.
La Unión Europea, entre las cuerdas
La crisis sanitaria del coronavirus está poniendo sobre las cuerdas el modelo de la Unión Europea estableciendo notables diferencias entre aquellos países más golpeados por la pandemia y los menos afectados. El conflicto entre el norte y el sur no parece encontrar una pronta solución teniendo en cuenta el gesto de Mark Rutte y con el bloqueo por parte del Gobierno neerlandés negándose a que se mutualicen las ayudas.
Esta actitud de Rutte, en cualquier va en contra de los principios fundamentales de la Unión Europea. Se trata de un gesto insolidario en mitad de una crisis sanitaria sin precedentes que muestra rechazo hacia los países del sur (España e Italia), algo que podría resultar muy peligroso si ese sentimiento cala en la sociedad.