La Plaza Mayor de Madrid recuperará el jardín que ya lució durante gran parte del siglo XIX. Así lo ha anunciado la alcadesa de Madrid, Manuela Carmena, que prevé la instalación definitiva durante este mes de septiembre.
Gran parte de los árboles que se instalarán dentro de la plaza serán coníferas, similares a los pinos o cedros y que permitirán evitar la caída de hojas propias de otro tipo de especies.
El aparcamiento situado bajo la plaza impide emular al completo la fotografía del siglo XIX. Por ello, el nuevo plan incluirá la instalación de maceteros, con un centenar de árboles y mil plantas de pequeño tamaño.
La obra se ha presupuestado en 400.000 euros y se pagará entre el gremio de restauradores de la plaza Mayor y las arcas municipales. El Consistorio se encargará de instalar dos veces al año, en verano y en invierno, las mil plantas de flor sembradas en las jardineras de doscientos separadores de terrazas y los cien pequeños árboles de coníferas.
Toda la vegetación se situará en maceteros cuadrados con un diseño acorde al mobiliario de las nuevas terrazas. Además, para evitar conflictos, los bares de la zona instalarán unos separadores de un metro de altura y del mismo diseño que las mesas y las sillas, cada uno de ellos con una decena de plantas de flor.
El modelo de 'plazas duras'
La Plaza Mayor puso fin a sus jardines a principios de siglo. Ahora, con esta iniciativa, el nuevo Ayuntamiento vuelve a la fotografía del siglo XIX y, en una especie de carambola, inicia su intención de revertir las políticas urbanísticas heredadas de Alberto Ruiz Gallardón.
El exalcalde de Madrid peatonalizó varias plazas, como Callao o Sol. Sin embargo, redujo al máximo el mobiliario urbano, incluso bancos, por lo que las personas que quisieran disfrutar de la zona deberían de sentarse en la terraza de cualquiera de los bares de la zona.
La medida generó críticas, ya que consideraban que las plazas abandonaban su papel de lugar de reposo para convertirse en meros lugares de paso. El, entonces, Consistorio se justificó en razones de seguridad. Y, en este punto, es cierto que algunas intervenciones, como la realizada en la Plaza de la Luna en 2006, permitieron acabar con un foco de marginalidad en el que destacaba el tráfico de estupefacientes y la criminalidad.