La manifestación contra los indultos que se celebra en la madrileña plaza de Colón (que aglutina a 25.000 personas según la Delegación de Gobierno frente a las 45.000 de 2019; una cifra que la Policía Municipal eleva a 126.000 personas) llevará a las tres derechas a reeditar la fotografía que dejó al PP en 66 escaños, el peor resultado de su historia; y aupó a la extrema derecha de VOX al Congreso, al ofrecerle un espacio mediático que hasta la fecha no había obtenido.
Bien es cierto que la debacle de Ciudadanos podría hacer pensar que los votos de Albert Rivera en esta ocasión serían divididos entre VOX y PP, por lo que no existiría tal debacle. El Partido Popular se siente crecido en estos momentos, después de que la victoria de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, el pasado 4 de mayo, aparentemente haya abierto un nuevo ciclo, con la formación conservadora liderando por primera vez las encuestas desde 2018.
Meter presión al Gobierno es una de las intenciones en esta manifestación de desgaste, como ya sucedió en otras concentraciones en Colón en el pasado (véase la aprobación del matrimonio igualitario o el aborto).
El PP sabe cuál es la dificultad de mantener ese liderazgo en la demoscopia, sobre todo cuando la Unión Europea se prepara para ingresar en las arcas españolas 72.000 millones de euros en subvenciones para la reconstrucción de la economía, en el marco del Plan de Recuperación para Europa NexGenerationEU (2021-2023), cuando acaba la legislatura.
Pero también corre cierto riesgo de morir de éxito. La formación conservadora aparentaba haber iniciado cierta senda centrista, divorciándose de Santiago Abascal con un duro discurso de Pablo Casado en el Congreso de los Diputados o con gestos más simbólicos que reales como exhibir banderas LGTBI en los mítines. Una forma de llegar a sectores del electorados que podrían haberse alejado con los postulados más derechizados del partido durante los últimos años.
Volver a la foto de Colón puede dinamitar ese giro. Por mucho que se venda que es una concentración organizada por la sociedad civil, nadie olvida que está convocada por Rosa Díez y María Sangil; y que a ella acuden grupos de corte homófobo, franquista y ultracatólico como el Movimiento Católico Español-Acción Juvenil Española (MCE-AJE) que homenajea a la dictadura y que enviará a algunos miembros "a título personal", los ultras de Hazte Oír; o el presidente de la Fundación Francisco Franco, Juan Chicharro.
Todo ello ha terminado con el rechazo de los barones, miembros con mayor experiencia con Pablo Casado y que no han abierto una guerra interna en público en estos momentos... pero que no irán a la concentración. Ni el andaluz Juan Manuel Moreno, ni el gallego Alberto Núñez Feijóo, ni el castellanoleonés Alfonso Fernández Mañueco... Tan solo irá la presidenta Isabel Díaz Ayuso.
El problema de la coherencia, el espejo del Estatut y la necesidad de aglutinar el centro
Con este movimiento, Pablo Casado vuelve a girar al PP al centro. Durante su liderazgo, el partido ha experimentado constantes virajes hacia el lado conservador y hacia el centro. Ha comenzado reivindicado la ley del aborto de 1985 y la "familia" sin especificar de qué hablaba, así como tener a VOX en el Gobierno; se ha dejado barba para reivindicar un cambio y llamar a VOX "ultraderecha", posteriormente se ha enfrentado a sus barones moderados por mantener a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz, luego se ha enfrentado a ella por girar hacia el centro y cesarla, luego se ha enfrentado a los sectores conservadores para ofrecer una entrevista en RAC1 condenando las cargas del 1 de octubre, ahora se manifiesta con toda la derecha en Colón por indultar a los líderes independentistas.... ¿Quién es Pablo Casado? A estas alturas, quizás solo lo sabe él.
Todo esto se suma a uno de los grandes problemas que el PP siempre ha reconocido como su gran debacle en Cataluña, la recogida de firmas en contra del Estatuto de 2006. El partido llegó a reconocer que fue un error durante la etapa de Mariano Rajoy (con la que Aguirre también estuvo de acuerdo) y situó este acto como uno de los puntos que pudo haber derivado en el inicio del procés.
Ahora, la recogida de firmas contra los indultos a los presos del procés vuelve a chocar con la voluntad de la sociedad catalana: el 72% de los ciudadanos de la región se han posicionado a favor de indultar a los presos, según una encuesta del GESOP.
¿Vuelve el PP a caer en las mismas trampas que le llevaron a perder escaños en el pasado, quizás demasiado animado por unas encuestas que le otorgan una victoria en un contexto sin elecciones generales a la vista? ¿Acierta ante la menor fragmentación del centroderecha que se aprecia en estos momentos? ¿Deja crecer al PSOE por el centro y pierde ese voto transversal y oscilante que da las victorias en España? La duda está ahí.