El tráfico de personas está siendo actualmente controlado por las mafias que están supliendo la falta de recursos de Occidente para acoger a personas que intentan huir del hambre o de conflictos bélicos.
El problema en todo esto es que... son mafias. Y las consecuencias están siendo desastrosas. Es lo que ha sucedido frente a las costas de Yemen, donde estos grupos han decidido arrojar al mar a 180 personas con el fin de evitar la acción policial.
La ONU ha proporcionado algunos datos oficiales: cinco cadáveres han sido rescatados y otras 50 personas continúan desaparecidas, aunque la situación hace temer lo peor. El resto, 125 personas, ya han sido rescatadas y se encuentran a salvo, tal y como relata Europa Press.
La noticia se repite, puesto que un día antes otro grupo había arrojado a otros 120 inmigrantes que corrrieron la misma suerte que las personas que ahora ocupan esta noticia.
En aquel suceso, murieron 50 personas ahogadas y fue imposible localizar al culpable."nos dijeron que el traficante había vuelto a Somalia para seguir con su negocio y llevar a Yemen a más migrantes por la misma ruta" ha explicado el jefe de la misión de la OIM en Yemen, Lauren de Boeck.
"Los supervivientes explicaron a nuestros compañeros en la playa que el traficante les había empujado al mar cuando vio a 'personas de la autoridad' cerca de la costa", ha asegurado De Boeck.
El drama del tráfico de refugiados
El drama en el tráfico de refugiados se está repitiendo a diario en aguas del Mediterráneo como principal foco, pero no el único. La terrible situación de Somalia, un estado fallido que cuenta con un Gobierno incapaz de imponerse a las milicias que dividen el país, hace que la vida diaria sea extremadamente insoportable.
Muestra de ello es que más de 55.000 personas hayan abandonado el Cuerno de África para alcanzar las costas de Yemen un país con una situación también muy complicada. La mayoría tiene la intención de alcanzar otros países del Golfo Pérsico como Catar, donde vivirán como ciudadanos de segunda.
La gran mayoría de personas que están huyendo son jóvenes, con una media de 18 años y con un futuro completamente truncado.