El Ayuntamiento de Madrid gobernado por Manuela Carmena desde las últimas elecciones municipales de 2015 pretende reducir drásticamente los niveles de contaminación que respiran los habitantes de la ciudad desde que el último gobierno del PP incumpliera sistemáticamente los límites establecidos por Bruselas.
Para ello, el Consistorio municipal adelantará el cierre de la principal arteria del centro, la Gran Vía, desde las próximas fiestas navideñas. Cuando estas fechas comiencen, se ampliarán las acercas a los peatones como ya se hiciera hace un año. Tras las celebraciones, comenzarán las obras definitivas para ensanchar las aceras y reducir los carriles a solo cuatro, peatonalizando así por fin la principal calle comercial de Madrid.
Una Gran Vía más amable
La idea del Consistorio consiste en ampliar las aceras durante las fiestas navideñas tal y como probaron hace un año ante las críticas positivas de la población, excepto de los partidos de la oposición encabezados por el Partido Popular. Posteriormente, tras la finalización de las navidades, se mantendrá esta ampliación para comenzar con las obras que transformarán la arteria desde Plaza de España hasta su confluencia con la calle Alcalá, quedando finalizadas en junio de 2018.
La nueva reforma dotará a la Gran Vía de dos carriles por cada sentido: uno para transporte público y biciletas y otro para los vehículos permitidos según el nuevo plan anti contaminación de Carmena. Así, los peatones tendrán un espacio mayor para discurrir por las aceras y el tráfico se verá reducido hasta en un 400%, de los 50.000 vehículos actuales a 10.000 diarios según datos que maneja el Ayuntamiento. Con ello se pretende reducir los niveles de NO2 y cumplir con el compromiso -ya tarde- establecido por las autoridades europeas.
José Manuel Calvo, delegado de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento, ha confirmado la puesta en marcha de esta medida. "La idea es empezar las obras de remodelación justo después de Navidades para mantener ya el funcionamiento de la Gran Vía con base en esa ampliación de aceras. No tendría sentido reabrir la Gran Vía después y comenzar con las obras quince días o un mes más tarde", aseguraba Calvo en una entrevista en la radio Onda Madrid.
Según el delegado, Madrid tendrá un aspecto mucho más amable y verde, "tal y como desea la alcaldesa Manuela Carmena". Asimismo, ha instado a los coches privados a buscar alternativas puesto que, según sus palabras, "ninguna ciudad del mundo desarrollado tiene coches circulando por el centro de la ciudad".
Asimismo, Calvo ha afirmado que la Comunidad de Madrid se resiste a negociar estas medidas, pese a que resultan necesarias para la salud pública y para la lucha contra el cambio climático. Algo que, sin duda, no solo agradecerán los ciudadanos de Madrid de la actualidad, sino que será una medida aplaudida y recordada por las futuras generaciones, abocadas a convivir con los desastrosos efectos del cambio climático.
El PP lanza una campaña en contra
La oposición del Partido Popular en el Ayuntamiento se recrudece cada día que pasa desde que gobierna la izquierda en el Consistorio. Medida que intentan aprobar -tras intensos debates y una inspección social con lupa sin precedentes durante otros gobiernos-, medida que atacan con campañas a través de las redes sociales.
En esta ocasión, el PP de la Comunidad de Madrid ha lanzado un vídeo en su cuenta de la red social Twitter en el que advierte a los usuarios de que Carmena cerrará la Gran Vía "para siempre" al tráfico, algo que no es cierto ya que la medida contempla permitir el paso de vehículos residentes y aquellos que cumplan con ciertas especificaciones medioambientales. Además, el vídeo lanza una cuestión mientras un hombre recorre la carretera vacía de la Gran Vía: "¿A ti te ha preguntado?"
???? Carmena cierra para siempre el tráfico en La Gran Vía. ¿A ti te ha preguntado? #CarmenaAtascaMadridpic.twitter.com/Yf7VWGZiXA
— PP Comunidad Madrid (@ppmadrid) 4 de octubre de 2017
Resulta curiosa la pérdida de memoria del PP, puesto que el gobierno municipal de Carmena lanzaba una consulta ciudadana el pasado mes de febrero a los habitantes empadronados de Madrid para preguntar sobre cuestiones como la remodelación de la Plaza de España y la transformación de la Gran Vía.
Esta primera consulta contó con más de 212.000 personas de un censo total de 2,7 millones, calificada por el Ayuntamiento de "exitosa" teniendo en cuenta que la ciudadanía no está acostumbrada a que sus gobernantes le consulten su opinión sobre los temas que le afectan directamente.
Los madrileños, con su voto, decidieron aprobar la peatonalización de algunos de los carriles de la Gran Vía, ampliando sus aceras para ganar territorio a los vehículos y beneficiar a los viandantes. En esta consulta, 83.100 personas votaron cuestiones sobre la Gran Vía. Un 85,49% se mostraba a favor de darle prioridad a los peatones frente a los vehículos y un 13,79% votó en contra de esta ampliación.
Por tanto, la campaña del PP lanzada contra la medida de Carmena sobre la Gran Vía queda desacreditada. Más aún cuando precisamente fue su último gobierno el que ignoró las alarmas de Bruselas con respecto a los altos niveles de contaminación existentes en Madrid, perjudicando a los ciudadanos y dejando a España ante el peligro de una posible multa por parte de las autoridades europeas por incumplimiento.
Madrid lucha contra el cambio climático
Desde que el Ayuntamiento de la capital de España está gobernado por la coalición Ahora Madrid encabezada por la indiscutible líder Manuela Carmena, las medidas favorables a luchar contra la contaminación se han sucedido a lo largo de estos más de dos años de gobierno municipal de la izquierda, como por ejemplo la restricción del tráfico a vehículos según la matrícula en aquellas jornadas en las que los niveles de contaminación rompen todos los medidores.
El plan de Carmena de dar un golpe de efecto a los niveles de NO2 emitidos mayoritariamente por los vehículos comenzará a ponerse en marcha desde junio de 2018. Entre los puntos que contiene el plan del Ayuntamiento, se encuentra la delimitación de la almendra central a determinados vehículos, expulsando así a los vehículos privados en general.
Con este plan y otras medidas como limitar a 70 kilómetros por hora de forma permanente la M-30 y los accesos a la ciudad o renovar la flota de transporte público con vehículos de baja emisión, Madrid quiere mejorar la calidad del aire y, por tanto, la calidad de vida de sus ciudadanos.