Recién cumplido un año de la desaparición y asesinato de las niñas de Tenerife, su madre, Beatriz Zimmermann, ha dado a luz a su tercera hija, Elsa. Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos, explicó a Informativos Telecinco como el bebé ha devuelto la ilusión a Beatriz.
La casualidad ha querido que el pasado 26 de abril, Beatriz diera a luz a una preciosa niña, fruto de su relación con Érik, su pareja cuando ocurrió el asesinato de las niñas hace justo un año.
"Convierte el dolor en amor"
Así es como ha calificado Joaquín Amilis la llegada de Elsa a la vida de Beatriz. "Es una inmensa alegría para sus padres y todos los que tenemos siempre presentes a Anna y Olivia", afirmaba. Lo que fue un año de tormento se ha convertido en un rayo de esperanza para la madre de las niñas de Tenerife.
"La llegada de Elsa viene cargada de muchísimas emociones, sensaciones, recuerdos, alegría y agradecimiento a la vida", explica Amills a los medios. También ha querido ensalzar el recuerdo de Anna y Olivia y ha instado a la sociedad a poner los instrumentos necesarios para proteger a los menores para que "no sean herramienta de odio y maldad por parte de ningún progenitor".
Un año de la desaparición de Anna y Olivia
El pasado 27 de abril de 2021, los medios de toda España se hicieron eco de uno de los hechos que más conmocionó a Tenerife. Dos niñas, Anna y Olivia, de uno y siete años, desaparecían de la isla poniendo en marcha un amplio dispositivo policial de rastreo.
Rápidamente se puso el foco en quién terminó siendo el autor del asesinato de las niñas, Tomás Gimeno, ex-pareja de Beatriz Zimmermann. Tomás se llevó a sus hijas como forma de ejercer violencia vicaria contra la madre. El operartivo de búsqueda halló primero su barco, 'Esquilón', a la deriva en la costa de Candelaria.
Las autoridades se temieron lo peor cuando, en uno de los rastreos de la zona marítima de Candelaria, se encontró el cuerpo de Olivia. Esto sucedió el 10 de junio. La mayor de las dos hermanas se encontraba en el interior de una bolsa de deporte, amarrada al ancla del barco de su padre, a unos 1.000 metros de profundidad.
El 30 de junio el caso se dio por cerrado al no encontrar ni rastro del cuerpo de la pequeña Anna. Tampoco se pudo localizar el paradero del padre, Tomás Gimeno, de quién se cree que podría haber huido a algún país de latinoamérica.