Este fin de semana, la escritora Lucia Etxebarría ha publicado en El Periódico el que seguramente es uno de sus artículos más polémicos. Titulado 'Budsexers, homosexualidad reprimida, misoginia y machismo', la autora ahonda en el tema de las violaciones múltiples. Es decir, en las violaciones en las que participa más de un violador con una sola víctima. El ejemplo que puso es el de Pamplona, el de 'La Manada' y los Sanfermines, del que todos llevamos meses escuchando hablar.
En este artículo, Etxebarría explicó que lo que hacen estos hombres es "recrear una imagen muy común en el porno", explicando que hay más de siete millones y medio de vídeos pornográficos donde varios hombres mantienen relaciones sexuales (consentidas o no, no lo explicó) con una única mujer. Hasta aquí, el artículo bien; no hay nada criticable en explicar que el hecho de que varios hombres mantengan relaciones sexuales con una única mujer es la fantasía sexual de muchos. Es más, el hecho de que la cultura de la violación hace que estos vídeos sean vistos como normales es algo evidente y que no se puede rebatir.
Pero es a partir de este punto donde el argumento de Extebarría se pierde, y comienza a ser incluso perjudicial para el colectivo LGBTI. Explica que los chicos de 'La Manada' no podían "estar tan necesitados de sexo", como si las violaciones sucedieran porque los violadores tienen una necesidad física. "Ella no cuenta", explica.
Lo que querían era verse la polla los unos a los otros. Porque están tan reprimidos que no pueden reconocer en alto su parte homosexual. Porque no pueden reconocer que les encanta ver a otro hombre excitado, teniendo sexo, teniendo un orgasmo
Es decir, que según la escritora, los acusados de 'La Manada' no lo hicieron para demostrar su poder, sino para enmascarar su homosexualidad. Y esta afirmación es preocupante hasta niveles casi catastróficos.
No son budsexers, no tienen "rasgos psicopáticos"
Lucia Etxebarría continúa, señalando que la violación en sí misma no es más que una coartada, que la víctima no es más que una excusa para verse manteniendo relaciones sexuales los unos a los otros. Y afirmar esto es incluso peligroso, porque sería señalar un vínculo claro entre la homosexualidad y una violación, como si estas estuvieran relacionadas, como si no fuera una gran mayoría de hombres heterosexuales los que cometen prácticamente todas las violaciones que se suceden en nuestro mundo.
Habla del término budsexer, homófobo en sí mismo. Hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, pero que se autodenominan heterosexuales porque creen que esto no tiene nada que ver con su identidad sexual. Si en algo tiene razón la autora es al afirmar que, efectivamente, si eres un hombre y quieres mantener relaciones sexuales con otro hombre, no eres un budsexer o un hetero flexible, sino bisexual u homosexual (dependiendo de si te gustan o no las mujeres). Pero estamos inmersos en una sociedad homófoba que hace que muchos hombres renieguen de su identidad sexual por miedo a ser rechazados, machacados o incluso juzgados.
Pero de ahí a afirmar que una violación grupal se produce porque hay una "homosexualidad reprimida" hay un paso enorme. Empecemos por el principio. Las violaciones se producen, casi siempre, de hombres heterosexuales a mujeres; y son prueba de una violencia estructural que va mucho más allá del acto de la penetración en sí mismo. Una violación no es solo un "follar sin consentimiento", sino que es una demostración de poder. Una prueba del hombre hacia la mujer de que tiene mucho más poder que ella, que puede someterla a su antojo siempre que quiera; es la culminación de una sociedad machista y patriarcal. Poco o nada tiene que ver con una necesidad sexual.
Cuando se produce una violación grupal, lo que suele excitar a los hombres es el hecho de que esa mujer está totalmente sometida a sus deseos. Por la superioridad numérica, no hay forma posible de que acabe librándose; se saben líderes de la situación, y eso les excita aún más. No es el hecho de ver a sus amigos mantener relaciones sexuales con otra mujer, el hecho de verles disfrutar, sino la sumisión, el poder que sienten en ese momento.
Homosexualidad y enfermedad mental
Mas lo más peligroso de este artículo es que se puede ver una clara asociación entre homosexualidad reprimida y abusos sexuales a mujeres, y esto puede acabar siendo usado en contra de las personas homosexuales. Cuando un hombre es homosexual, y no ve más alternativa que esconderlo, lo que suele sentir es una profunda depresión, no ganas de violar a una mujer con sus amigos para así verles tener relaciones sexuales. Además, no hemos de olvidar nunca que el hecho de que alguien esconda su identidad sexual responde más a un miedo a ser rechazado socialmente que a cualquier otro tipo de instinto. Lo esconde, o lo reprime, porque cree que podría llegar a perjudicarle el afirmarlo.
Cuando una persona se ve discriminada por su identidad sexual, lo último que desea es leer un artículo como el de Lucía Etxebarría. Porque si bien es cierto que habla con propiedad de la libertad sexual, parece olvidar que el asociar violación y homosexualidad reprimida podría perjudicar mucho al colectivo homosexual.
Como último apunte, la autora explica que "los de 'La Manada' probablemente tengan rasgos psicopáticos". El movimiento feminista lleva años luchando para hacer que esto deje de verse así; que dejen de estigmatizarse de esta forma las enfermedades mentales. Una enfermedad mental no te lleva a violar a una persona; el sentirte superior a ella, el sentir que tienes derechos para decidir sobre ella, sí. Una sociedad que ampara la cultura de la violación sí empuja a violar, no una enfermedad mental.