Los indígenas awás, localizados en la Tierra Indígena Carú en plena Amazonía brasileña, se encuentran entre las 100 tribus que aún viven aisladas de la sociedad dominante. La mayoría de estos pueblos residen en el Chaco de Paraguay, en Papúa occidental, en las islas Andamán de la India y en la Amazonia. Gran parte de estas tribus están en peligro de extinción debido al acercamiento forzoso de estas poblaciones con el exterior. En concreto, por contagiarse de enfermedades que sus cuerpos no están preparados para combatir.
Esta 'inserción' forzosa provoca cambios en su alimentación que les conlleva problemas de desnutrición y diabetes al cambiar su dieta de una natural basada en caza, pesca, fruta y miel. Además, trae consigo una pérdida de la identidad con altas tasas de alcoholismo y suicidio entre la población indígena.
La deforestación salvaje, las empresas petroleras y la política principales problemas
La deforestación salvaje e ilegal es uno de los problemas más graves y acuciantes que tienen los awás, ya que es un pueblo que vive enteramente de sus tierras. A ello, se suma el contagio de enfermedades que traen consigo las personas que trabajan en los madereros ilegales, infecciones cuyos sistemas inmunitarios no se encuentran preparados para combatir. Sarah Shenker, la investigadora de Survival International, comenta a El País: "En teoría no está permitido y hay multas y cárcel, pero en la práctica, en estas zonas los madereros disfrutan de impunidad, pues ellos saben que pueden continuar trabajando y que lo peor que les pasa es que les paren y tengan que pagar una pequeña penalización".
Las empresas petroleras también se han convertido en un problema real para este pueblo indígena. Exploran los terrenos vírgenes de estas tribus, lo que deriva en la construcción de infraestructuras que dañan y destruyen todo el ecosistema de la zona. La llegada de ellas, hace que florezcan nuevas zonas residenciales y de negocios derivados que suponen más injerencias en los terrenos indígenas.
La Constitución de 1988 apoya, cuida y garantiza los derechos de los indígenas, además, de dotarlos de una estructura política y jurídica propia. Sin embargo, una situación política inestable y un congreso compuesto por más de la mitad de políticos anti indígenas no deja en muy buena situación a las tribus; además, hay que sumar las presiones empresariales dado que estas ocupan las tierras con unos recursos muy codiciados. "Quieren impulsar grandes proyectos de agronegocio que afectan a cantidades enormes de tierra. Estos políticos están intentando cambiar la Constitución para que sea más fácil abrir las tierras indígenas a esta explotación. Esto podría aniquilar pueblos enteros", comenta la investigadora.
Hay que añadir que los misioneros y los narcotraficantes es otro de los problemas en el fin del aislamiento de estos pueblos indígenas.
Unas tierras con recursos muy codiciados que atrae a los invasores
Esta dura y extrema realidad pone fin al aislamiento de las tribus con unas consecuencias nefastas para ellos. "Más del 50% puede morir poco tiempo después de un primer contacto a causa de enfermedades como la gripe o el sarampión, frente a las cuales ellos no tienen inmunidad", añade Sarah. La investigadora añade que existe violencia por parte de los invasores ya que los ven como un gran problema en sus objetivos. Muchos indígenas, sometidos a la coacción, deciden romper con su aislamiento por temor.
La investigadora añade que hay pocos casos en los que un indígena quiera integrarse en la sociedad dominante; aun así, hay algunos que se acogen a su derecho de hacerlo; aunque, deja claro, que sigue siendo un problema para ellos.
Las tribus indígenes no necesitan nuestra ayuda
La realidad es que estas tribus indígenas no necesitan de la ayuda del exterior con mucho que se empeñen los países industrializados, con muy raro que suene esta afirmación. Las injerencias y contactos han traído nada más que muerte a la comunidad. Sidney Possuelo, miembro de la Funai (Fundación Nacional del indio) y que organizó numerosas expediciones durante 40 años, escribe en uno de sus libros: "Organicé uno de los frentes mejor equipados que Funai haya tenido nunca. Lo preparé todo (...) Pensé: 'No dejaré que ni un solo indígena muera'. Y se produjo el contacto, las enfermedades llegaron y los indígenas murieron".
"Ellos tienen su manera, sus medicinas y su forma de educar a los niños en lo que van a necesitar de adultos: Aprenden a cazar, a pescar, a interpretar las señales del tiempo... Aprenden de las historias orales de sus pueblos. (...) Estamos a 2018 y ellos siguen resistiendo a pesar de todo, ese es el argumento más revelador", añade la investigadora Sarah Shenker.
Ellos tienen su manera, sus medicinas y su forma de educar a los niños en lo que van a necesitar de adultos.
Hay muchas autoridades, organizaciones y asociaciones a lo largo del mundo que piden que a la sociedad que dejen vivir en paz y aislados a todos estos pueblos y tribus indígenas por su propia supervivencia. "No sabemos mucho de ellos porque están aislados, pero sabemos que dependen completamente de sus tierras para sobrevivir", añade Sarah.