La LRT lituana nos prometía muchos cambios de cara a la presente temporada eurovisiva. Dando carpetazo a su clásico 'Eurovizijos Atrankas', que pecaba en todas sus ediciones de ser demasiado largo y un tanto barroco en cuanto a nivel musical, los lituanos presentaban un nuevo formato, el 'Pabandom Is Naujo'.
Cambiando nombre, pero manteniendo prácticamente el número de galas televisadas, muchos temían que nos quedáramos apenas en un cambio de namingsin más, sin embargo, sorpresivamente Lituania se ha sacado de la manga una de las preselecciones de mayor nivel musical y escénico de lo que llevamos de año.
Celebrando una final a ocho donde el nivel musical fue notable, sería la banda The Roop la que se llevaría el gato al agua de la victoria con un consenso unánime entre jurado y televoto, siendo el elegido entre los expertos y reuniendo el 50 % del voto popular.
Junto a otras propuestas interesantes como las de la reincidente Monika Marija (el año pasado se quedó también a las puertas), el medio tiempo de Monique o el schlager de la sempiterna Aisté Pilvelyte (completaba este año su undécima participación), Lituania se presta a enviar a Rotterdam algo que nunca ha llevado y que no deja indiferente.
Un pop al estilo inglés de baile extravagante
¿Saben de esas canciones que a primera escucha no entiendes pero que se te pegan a la cabeza todo el día? Pues Lituania tiene algo así con The Roop. 'On Fire' es una propuesta vanguardista que reúne un estribillo pegadizo y pegajoso con una serie de bailes y gesticulaciones que te hacen dudar de si estás viendo un acto completamente freak o una performance de culto.
Presentando al 'Pabandom Is Naujo' ya un staging y realización definida digna del festival, no necesita mucho la banda para resultar peculiares y atractivos, introduciendo en el tema unos intervalos instrumentales donde le banda da rienda suelta a los bailes extraños, sobre todo con su vocalista.
Entre peinetas con las manos, hacer la ola con los brazos y colocar caras difíciles de explicar, The Roop ha roto la puerta a Eurovisión en una Lituania que luego de quedarse en tierra de nadie en 2019 con Jurijus, irá a por el todo o nada en la tierra de los tulipanes.
El peligro de ser diferente
Estamos acostumbrados a oír el típico cliché de que hay que ir al Festival de Eurovisión a sorprender, a no dejar indiferente al público. Sin embargo, en muchas ocasiones, plantear demasiada sorpresa puede jugar en la contra de una actuación.
Sin ir más lejos, el año pasado Portugal apostaba todo a la performance brillante de Conan Osíris, el que no alcanzaría siquiera la final al ver como el público europeo no entendía su concepto. ¿Le puede pasar a Lituania algo parecido?
No creemos que la apuesta de The Roop sea tan complicada como la lusa de 2019, pero sí se puede llegar a pensar que la fina línea entre traer algo impactante y algo imcomprensible les puede pesar, hasta el punto de entenderse y marcarse un top-10, o pasar desapercibida por la complejidad y no llegar al sábado. El tiempo dirá acerca de una propuesta valiente y diferente de una LRT que de partida, ha entendido perfectamente lo que es la Eurovisión del 2020.