Un error judicial ha llevado a Lamonte McIntyre a pasar más de 23 años encerrado en prisión por un delito que no cometió. El hombre, originario de Arkansas y con 41 años a sus espaldas, se mostró completamente conmocionado cuando, entre la masa de manifestantes que se agolpaba a las puertas de la prisión, tuvo por fin la oportunidad de abrazar a su madre.
Lamonte había sido condenado a una doble cadena perpetua en 1994 cuando fue señalado por la justicia por un doble asesinato. Los testigos que le habían acusado se retractaron posteriormente.
A esta cadena fatal de errores judiciales, se sumó que la oficina fiscal de la época no encontró ningún tipo de evidencia ni conexión entre Lamonte y los dos asesinatos. Sin embargo, fue finalmente condenado y encarcelado.
Ahora, el afectado ha pedido que se haga justicia ante estos hechos ya que, en palabras del fiscal del condado de Wyandotte, Mark Dupree, durante el encarcelamiento de Lamonte se produjo un "injusticia manifiesta".
Además, la organización Midwest (que ha contribuido a que salga de prisión) considera que "la investigación fue apresurada y superficial", algo que parece evidente si se tienen en cuenta las enormes lagunas que presentaban las pruebas en su contra durante el juicio.
"Es bueno estar fuera", dijo un conmocionado Lamonte a la salida de prisión, donde pudo palpar el fuerte apoyo social que despertaba tras años encerrado en una prisión y condenado a ser señalado por dos crueles asesinatos que jamás cometió.
La situación de Lamonte vuelve a poner en cuestión la conveniencia de la pena de muerte, en un país en el que aún se contempla en una gran cantidad de estados. En su caso, al menos, si se hubiera aplicado, hubiera tenido unas consecuencias dramáticas.