Samuel revisa que la mesa de sonidos y los micrófonos estén a punto ante la llegada de los alumnos. Melania y Sophia se colocan en el centro de la pista, ensayan algunos de los pasos que tocarán en la sesión de hoy. A ellas, se suman después Samuel y Omar. El emparejamiento en esta sesión no se realiza por género. En LGTBailamos el objetivo es romper con los roles tradicionales que dominan en la música latina, la salsa o la bachata.
El baile como forma de activismo, un espacio en el que jugar con las normas y reconstruir los roles de género a partir de la diversidad.
"En el concepto tradicional de baile, el hombre tiene tradicionalmente el papel de 'leader' y la mujer el papel de 'follower'. Nosotros vimos que esto no tenía sentido", explica Samuel. "Todo esto surge porque Melania, que es una de las impulsoras del proyecto venía a nuestras clases y nos dijo que no se sentía cómoda haciendo el rol de mujer. Fue a raíz de ello cuando empezamos a romper con esos roles y a crear este proyecto LGTBailamos para romper con los roles de género en el mundo del baile y en nuestras clases cuando alguien llega decide si quiere ser 'leader' o 'follower', independientemente de su género u orientación sexual", señala.
Melania explica que su idea surgió en un momento en el que se estaba cuestionando el planteamiento del baile y la necesidad de continuar con su afición: "Era una necesidad interna", relata, "Vi que no me gustaba porque no me sentía cómoda con los movimientos femeninos y el rol de mujer".
Una revisión de la naturaleza de la música, los roles, las concepciones sociales, que influyen especialmente en la personalidad. Omar, psicólogo y miembro del proyecto, relata que "es terapéutico poder ser tú mismo sin tener que justificar nada, poder ser quien eres, que pueda expresar lo que es sin ningún tipo de barrera o límite".
Omar explica que el baile "es una experiencia terapéutica, que une cuerpo y mente con la que se pueden canalizar muchas emociones, expresar muchas cosas que no se pueden relatar mediante la palabra". En su caso, se incorporó más tarde y explica que este tipo de espacios crean "sitios donde permiten ser quien yo soy sin justificar nada", a lo que añade: "Eso lo pude encontrar aquí, fue un refugio, para gente que llega de fuera y pueden ser ellos mismos, ellas mismas, elles mismes".
"Todavía hay mucho que cambiar"
Esa importancia de crear una comunidad, apoyo y grupo sobre la que también incide Samuel, que destaca en la búsqueda de "crear una piña" o Sophia: "Es muy importante también para nosotres el sentimiento de generar un grupo y que haya pertenencia y que haya más igualdad real entre hombres y mujeres, que todo el mundo pueda bailar con todo el mundo, que no haya discriminación. Porque incluso dentro del propio colectivo LGTBI hay mucha discriminación: hay multitud de bares destinados a hombres y solo dos concretamente de mujeres en Madrid".
Omar destaca, en este sentido, que todavía existe mucha discriminación en el mundo del baile latino, algo que ha vivido en su propia experiencia: "A mí que me gusta ser 'follower', hay veces que si le comento a una persona que quiero bailar y hacer de 'follower', la respuesta es: 'No, no bailo con hombres'. Eso es algo que a día de hoy, todavía pasa, aunque va disminuyendo, pero todavía pasa y que tenemos que ir trabajando; hay gente de la escuela que también lo comenta
Melania también lo certifica y señala que han experimentado rechazo al intentar transmitir la naturaleza de su proyecto, incluso, en el madrileño barrio de Chueca, la zona de ambiente LGTBI de la capital por excelencia, con parejas del mismo sexo: "Imagínate hasta dónde llega la homofobia, que hasta dentro del colectivo, una persona pensaba que no podía bailar con su propia pareja".