"No permitiremos ningún acto gay, independientemente de donde se celebre, en la calle, en un cine o en un parque". Esas son las palabras con las que Leván Vasadze quiere reprimir a la comunidad LGTBI a través de la creación y financiación de patrullas con el objetivo de reprimir a los colectivos en su territorio. Los voluntarios se están reclutando en un conocido parque del centro de la capital y han garantizado que el colectivo no pueda manifestarse por primera vez en su historia en Georgia.
Y lo ha conseguido. Sus aliados ya han protagonizado varias agresiones a lo largo del país, la última durante los días previos a la marcha del primer Orgullo LGTBI en Georgia, celebrado en la capital Tiflis y que tuvo que ser aplazado por temor a la violencia de los extremistas porque las autoridades dicen que no tienen medios para proteger a los manifestantes. Aún no hay perspectiva de que se termine celebrando.
Algunas organizaciones como Amnistía Internacional han pedido al Gobierno que dé un paso hacia adelante para garantizar la marcha a favor de los derechos del colectivo. Denuncian que el Ejecutivo está "teniendo una acción derrotista" y que "las autoridades deben cumplir su obligación internacional de garantizar, a todas las personas LGTBI y quienes las respaldan en Georgia, el derecho a la libertad de expresión y reunión, así como a la seguridad de la persona y a gozar de protección contra la violencia", asegura su director de campañas sobre el Cáucaso Sur, Levan Asatiani.
Esas peticiones han caído en saco roto. ¿Por qué? ¿Por qué no se ha intentado siquiera garantizar esta concentración? Vamos a hablar de un millonario, de gas, petróleo, una guerra y Putin para conocer algunas claves.
¿Quién es Leván Vasadze?
Leván Vasadze es un destacado empresario georgiano. Este millonario de 48 años, padre de ocho niños y muy próximo a los círculos ultraortodoxos comparte visión del mundo con Vladimir Putin. El presidente ruso, a su vez, está muy interesado en recuperar la influencia que, en otra época, gozó Rusia en el Este de Europa y la región caucásica.
Y quién sabe si también le interesa el control sobre el gas y, sobre todo, el petróleo que circula bajo el BTC, el único conducto que transporta el oro negro desde el Mar Caspio hacia el Viejo Continente sin pasar por las manos de Putin. Por otro lado, hay que añadir que ambos, Putin y Leván, son muy afines al magnate Bidzina Ivanishvili, que presidió el país en 2012 y que ahora promociona a la actual presidenta, Salomé Zurabishvili. Intereses económicos, políticos e ideológicos se abrazan las manos en un país que pide un cambio.
Porque la relación de los georgianos con Moscú es muy tensa desde hace una década. Las tensiones que el presidente ruso alentó, financió y consumó con la guerra de Osetia del Sur (territorio independentista bajo el que se encuentra ese oleoducto BTC), le han llevado a que los georgianos miren con auténtico recelo todo aquello que huela a manos rusas.
Y volvemos a la actualidad. La reciente dimisión del presdiente del Parlamento del país, Irakli Kobajidze, se ha producido precisamente por permitir a una delegación rusa fotografiarse presidiendo un acto, precisamente, ocupando la silla del gobierno en la cámara.
"Rusia ha invadido un 20% de nuestro territorio y perpetrado una limpieza étnica, no deberían permitir a los enemigos entrar en el país", aseguraba un manifestante opositor durante las concentraciones posteriores que dejaron 240 heridos. Todo se ha saldado con la citada dimisión y el veto de Rusia a realizar viajes comerciales entre ambos países.
"El Gobierno no tiene ningún interés en proteger al colectivo de los grupos radicales financiados por Rusia"
Estos manifestantes que acabaron con el presidente del Parlamento son los que apoyan, en teoría, también la celebración del Orgullo LGTBI. Sin embargo, la Iglesia ortodoxa se ha unido a la presión del citado millonario y una Rusia que teme vivir un proceso de separación mental e ideológica como el de Ucrania: "No permitiremos que los grupos pro-rusos y neonazis debiliten el Estado de Georgia", han asegurado los organizadores del Orgullo en la capital Tiflis.
El mismo Gobierno había aceptado la marcha en un país que aún muestra una tendencia social muy intolerante hacia todas las letras del colectivo. Sin embargo, parece que esa autorización cae en papel mojado: "El Gobierno no tiene ningún deseo de proteger a la comunidad LGTBI de los grupos radicales financiados por Rusia".
Todo ello, en definitiva, permite imponer la visión moral del Kremlim, así como mantener a partidos con ideologías proclives a las posturas de Moscú en todos los ámbitos. Partidos como el que ahora gobierna y vive una crisis por sus relaciones matrimoniales con Putin.
¿Una pirámide de poder? ¿Un acercamiento a Rusia tras permitir una concentación inédita?
Muchos aseguran que la persona que realmente está manejando los hilos en la actualidad es el promotor de la actual presidenta Salomé Zurabishvili, el magnate Bidzina Ivanishvili, con una fortuna estimada en 6.400 millones de euros gracias a su holding Metaloinvest, con empresas bancarias e industriales.
Otra pata de ese poder sería el propio Leván Vasadze, el promotor de las patrullas que ahora reprimen el Orgullo LGTBI, y que viven un precedente institucional que ya se ilustró durante la manifestación en la que la Policía dejó más de 200 heridos de diversa consideración.
Finalmente, las cercanías de Bidzina con el Kremlim ya son estrechas, pero hay sospechas de que podrían serlo aún más después de permitir una manifestación a favor de los derechos del colectivo LGTBI y después prohibirla 'de facto': Rusia no tendría problema en tratar mejor a países estables con posicionamientos cercanos en diversas cuestiones.