Hay personas que jamás dejan de sorprendernos. El ser humano, a veces, es extraño por naturaleza. Y lo que ha ocurrido en la localidad vallisoletana de Peñafiel es un buen ejemplo de esto. Un hombre se dedicó a robar en varias ocasiones las prendas más íntimas en un tendedero. Hasta en tres ocasiones los tangas que había en él fueron sustraídos.
Para evitar el juicio, el joven aceptó una condena de dos años de prisión tras admitir los hechos. La Fiscalía, sin embargo, había pedido hasta cuatro años de prisión. Samuel B.R. además ocultó su rostro en el juzgado.
Sin cárcel... y sin explicación
Samuel ha sido condenado por un delito continuado de robo con fuerza en una casa habitada. A éste se le aplicaron atenuantes de reparación de daño tras pagarle a la chica 400 euros de las prendas sustraidas. También se le aplicó alteración psíquica por consumo de drogas. Otra de las condenas que Samuel tiene es no poder acercarse a menos de 200 metros de la vivienda de la chica.
"Quiero aclarar que no conocía a la persona a la que he hecho daño", decía Samuel, al que no se le ha aplicado cárcel al no tener antecedentes penales. Otra de las incógnitas y aspectos que más llamaron la atención es que el chico no explicó en ningún momento por qué hizo eso.
Samuel robó hasta en tres días en la casa de la joven y su modus operandi era siempre el mismo. Lo que hacía era saltar el muro perimetral de ladrillo y, tras una verja de una altura de 1,75 metros que rodea la casa, accedió al interior. Después, subía las escaleras que dan acceso a la primera planta desde el patio-jardín y entraba en el balcón donde se hallaba el tendero y se apoderaba cada día de un tanga perteneciente a la hija de la propietaria.