El tiempo se ha agotado para Juana Rivas. Hoy día 8 de agosto la joven deberá comparecer en los juzgados en una vista por haber incumplido la orden judicial que le solicitaba entregar a sus hijos a Francesco Arcuri, el padre de los niños.
Su historia está ocupando portadas de periódicos y horas de televisión. Media España se ha movilizado en favor de una madre que ha denunciado a su expareja por maltrato y que ahora se ve en la obligación de entregarle a sus niños. Francesco Arcuri, de origen italiano y catorce años mayor que ella, ya fue condenado en 2009 por agredir brutalmente a Juana, y ahora quiere recuperar a sus hijos después de que Rivas huyera de él hace ya más de un año.
En los últimos días se ha escrito mucho sobre este caso, pero gran parte del entorno más íntimo de Juana Rivas considera que no se está contando toda la verdad. Fuentes cercanas a la joven granadina nos han relatado en exclusiva cómo era la vida de Juana en Italia, de qué manera consiguió huir de él en el año 2016 y por qué denunció a su expareja dos meses después de regresar a España. Vamos a repasar la verdadera historia de Juana Rivas, y las verdades y mentiras que, según su entorno, se han contado en los medios de comunicación.
La primera denuncia: los hechos probados que Francesco niega
Tras separarse por primera vez de su pareja, Juana Rivas abrió en Granada una tienda de productos ecológicos y estuvo durante unos dos años sin saber nada de Francesco. Anteriormente se había producido la primera ruptura. Una ruptura que fue consecuencia de una fuerte discusión que tuvo lugar el día 7 de mayo de 2009, después de que Juana llegara a casa de madrugada y Francesco le preguntara dónde había estado. La disputa desembocó en paliza, y la paliza en una denuncia por malos tratos, la primera que Juana interpondría contra Francesco.
En dicha denuncia, de dieciséis páginas, a la que hemos tenido acceso en exclusiva, se especifica que, tras una discusión, Juana y Francesco "se agredieron mutuamente, propinando el denunciado a su pareja varios empujones y arrastrándola por el suelo". Unos hechos que la sentencia, firmada por la jueza del juzgado de violencia sobre la mujer número uno de Granada, no duda en catalogar como "hechos probados". El entorno de Juana admite que la joven también agredió a Francesco, pero que fue en defensa propia, y que llegó al médico "con la cara hecha un cristo". Inmediatamente después de requerir asistencia médica fue el facultativo, y no ella, el que denunció los hechos a la policía.
Pero la historia ya no se cuenta así. Las diversas versiones del italiano han emborronado un violento episodio que no tiene ya forma de cuestionarse. Francesco ha declarado en diversos medios de comunicación que los hechos son falsos, a pesar de que la sentencia los considera probados, y que llegó a un acuerdo con la jueza por el que admitió haber agredido a Juana y aceptó, después, una pena de tres meses de prisión y una orden de alejamiento por un año. Según él, lo hizo para poder ver a su hijo. Sin embargo, fuentes cercanas a Juana afirman que el padre pasó dos años sin volver a verlo.
Juana denunció a Francesco en 2012 por no devolverle a su hijo tras un periodo vacacional
Tras la denuncia por malos tratos y la separación de la pareja, se estableció la custodia y el régimen de visitas del primer y, hasta entonces, único hijo, de manera que Francesco podía visitar al menor un fin de semana alterno y la mitad de cada periodo vacacional. Pero las cosas se torcieron tres años después y, tras el verano de 2012, el italiano volvió a su país de origen junto al menor y no lo devolvió a su madre tal como debía hacer. El 20 de septiembre de aquel año Juana acudió a las cinco y media de la tarde a la policía para denunciar los hechos, un dato que hasta ahora se había obviado en los medios de comunicación.
En la denuncia, a la que también hemos tenido acceso en exclusiva, se detalla que Juana le entregó al menor a Francesco el día 21 de junio de ese mismo año, y que con su padre debía permanecer un mes y medio, "la mitad de las vacaciones hasta que empezara el colegio". Más tarde los padres llegaron a un acuerdo de manera que Francesco podría quedarse con el menor hasta el 10 de septiembre, día en que empezaba el colegio. Esta es una de las primeras concesiones que Juana le hace a su expareja, el primer paso para volver a confiar en él. Sin embargo, diez días después, Juana no había recuperado a su hijo y Francesco, supuestamente, se negaba a devolverlo. Un episodio parecido al que protagonizan ambos progenitores en la actualidad, aunque la historia ha cambiado bastante.
Según reza la denuncia que interpone Juana con la firme idea de recuperar al menor, tal y como se establecía en la custodia compartida, "Francesco ha estado acosando a la dicente (Juana) con mensajes difamatorios (...), divulgando que es una mala madre, incluso llegando a increpar e interrogar al menor acerca de la vida privada de la dicente". Unos hechos que, según el entorno de la mujer, se repetirían constantemente a lo largo de los años siguientes. Un reiterado control sin descanso del que el niño mayor habría sido testigo. Finalmente, Rivas viajó hasta Italia, recuperó al menor y notificó los hechos a la policía.
Su verdadera vida en Italia
Unos meses más tarde, en 2013, Juana se ve obligada a cerrar su tienda de productos ecológicos y se queda en paro. Según el entorno de la pareja, que nos ha contado en exclusiva los detalles sobre la vida de Juana Rivas en Italia, Francesco aprovecha la delicada situación económica y laboral de Juana para convencerla de volver a Italia. La vida de Juana Rivas en Italia ha sido un verdadero infierno. Así nos lo define su entorno más cercano. La mujer vivía junto a su expareja y a sus dos hijos en Carloforte, una minúscula isla italiana de unos 50 kilómetros cuadrados al sudoeste de Cerdeña, en una casa de campo a unos ocho kilómetros del pueblo. Un lugar sin demasiados vecinos y un tanto alejado del resto de la civilización.
La joven fue supuestamente engañada por Francesco para mudarse con él a Italia. Según nos cuentan fuentes cercanas a la pareja, el italiano le prometió un trabajo que nunca llegó, le aseguró que había cambiado y le pidió que volviera junto a él "por el bien del niño". Una petición muy similar a la que suplica de nuevo ahora la expareja de Juana, que le ha garantizado una pensión mensual y un apartamento a gastos pagados a cambio de que regrese a Italia y le conceda la custodia compartida de los críos. Un ofrecimiento que, según el entorno de Juana, solo serviría para volverla a tener cerca de él, para volverla a tener controlada y para lograr, una vez más, engañarla.
Aquella casa de Carloforte alejada del pueblo se convirtió, para Juana, en una auténtica cárcel. Su entorno afirma que Francesco la encerraba en casa continuamente, le quitaba el teléfono y desconectaba la conexión a internet para dejarla absolutamente incomunicada. El maltrato, tanto físico como psicológico, era continuo, por lo que Juana se vio incapaz de escapar de aquella situación. Su entorno nos relata datos concretos sobre agresiones terriblemente duras cuyos detalles hemos preferido no describir para respetar la intimidad de Juana.
¿Pero por qué no denunció en Carloforte?
Juana nunca se atrevió a denunciar allí. Cuando le confió a algunos de sus vecinos la situación que estaba viviendo, ellos hicieron oídos sordos e incluso llegaron a justificar el supuesto comportamiento de Francesco. La situación de Juana Rivas en Carloforte era «vox populi» en el pueblo. Nosotros mismos hemos podido comprobar, en exclusiva y a través de varias llamadas, cómo sus vecinos eran conocedores del control que Francesco ejercía supuestamente sobre Juana. Con una población de unos 6.000 habitantes, la isla se convirtió en un lugar hostil en el que todos los vecinos se conocían y en el que Juana se veía incapaz de hacer frente a su expareja.
La mujer podría haberse desplazado en ferri hasta Cerdeña e interponer una denuncia, pero lo cierto es que no disponía de dinero para empezar una nueva vida alejada de Francesco y el contexto en el que vivía, una incomunicación total en la que cada paso suponía la amenaza de su expareja, no ayudaba en absoluto.
El curso de Psicología que le salvó la vida: la huida de Juana
A pesar del miedo y la inquietud, Juana nunca perdió la fortaleza que le caracteriza, ni tampoco dejó de perseguir sus sueños ni de tener inquietudes. Su incomunicación terminó, en parte, después de convencer a Francesco para que le dejara hacer un curso online de terapia transpersonal. Según cuenta el entorno, Juana tenía que hacerse cargo de los niños mientras estudiaba ya que el italiano no le facilitaba ningún tipo de ayuda. En el desarrollo de este curso, que hizo desde Italia, Juana conoció a un compañero español con el que congenió y al que terminó por contarle su verdadera realidad.
Juana encontró, así, una válvula de escape: unas vacaciones a España después de pasar dos años lejos de su familia. Según ha contado Francesco Arcuri, la pareja llegó a un acuerdo para que los pequeños visitaran a su familia materna durante los meses de verano del año 2016, sin embargo, y según fuentes del entorno de Juana, esto no ocurrió así. De hecho, a pesar de que el italiano mantenga que fue él quien pagó los billetes de Juana y de los niños, el entorno de la madre afirma que fue la abuela materna quien lo hizo. Francesco habría prohibido a Juana regresar a España e incluso le habría llegado a esconder su documentación para que no pudiera volver.
Por fortuna, el hijo mayor de la pareja, que por entonces tenía 10 años, fue testigo de cómo su padre escondía la documentación en una acequia y le desveló el lugar del escondite a su madre, que recuperó el documento para poder volver. Así nos lo cuentan fuentes cercanas a Juana en exclusiva. Antes de su salida se produjo un violento forcejeo entre Francesco y Juana (pues el italiano intentó impedir su huida) y,según su entorno, la llegada de un vecino provocó que la disputa cesara y que Juana huyera junto a sus hijos.
La segunda denuncia por malos tratos: ¿por qué la puso dos meses después y en España?
Tras regresar a España, el compañero de estudios al que Juana había conocido a través de internet intenta convencerla de que debe denunciar a su maltratador. Este compañero le escribe varios mensajes con fábulas y cuentos que sirven a Juana para recuperar la autoestima que había perdido y la fuerza que le habían robado. Finalmente, y animada por esta persona, Rivas se arma de valor y le confiesa a su madre la situación que ha vivido en Italia junto a Francesco y ambas acuden a denunciar al italiano.
Hemos tenido acceso tanto a la denuncia que interpone Juana por violencia de género, como a la que interpone Francesco por la sustracción de los menores. En varios medios de comunicación se ha comentado que la denuncia de la mujer se produce después de la del italiano, lo que se ha malinterpretado, en algunas ocasiones, como una venganza por parte de la mujer. Sin embargo, esto no sucede así. La denuncia de Juana Rivas data del 12 de julio de 2016, mientras que la demanda internacional por la que se pide a España la devolución de los menores se interpone el día 22 de agosto (41 días después de la denuncia de Juana), y llega sellada de Italia a nuestro país el día 23 de noviembre de ese mismo año, es decir, cuatro meses después.
En la denuncia de Juana, la madre relata los episodios de violencia a los que ha sido sometida en constantes ocasiones. Según ella, Francesco la controla constantemente, le propina golpes y la maltrata psicológicamente. Además, en palabras de Juana, el padre de los niños ha utilizado a los menores en reiteradas ocasiones para amenazarla y conseguir que la joven no huyera.
El origen del problema: la denuncia de Juana no ha sido todavía traducida
Un año más tarde nos encontramos ante la situación que todos ya conocemos. Una denuncia por malos tratos, a día de hoy, sin sentencia; una petición judicial de devolver a los niños a su domicilio habitual (Carloforte) y una madre que ha huido con sus hijos para evitar que vuelvan con el hombre que la maltrató. ¿Cómo se sostiene todo esto? En varios medios de comunicación han explicado que la denuncia por malos tratos interpuesta por Juana se archiva, sin embargo esto no es del todo cierto.
Los juzgados de Granada archivan la denuncia de Juana por falta de jurisdicción: es decir, como los hechos han ocurrido en Italia la denuncia no puede prosperar en España. Sin embargo, la obligación de la justicia española es "remitir la denuncia inmediatamente a las autoridades italianas, a través del conducto del Ministerio de Justicia, con la debida traducción al italiano de la denuncia", tal y como afirma el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Miguel Pasquau, en su blog, que no ha dudado en pronunciarse sobre este caso.
Y ahí es donde radica el problema. Francisca Granados, la asesora legal de Juana, afirma que la denuncia está guardada en un cajón a espera de ser traducida para ser enviada posteriormente a Italia. Un año después. Por lo tanto, ante las autoridades italianas no existe ninguna denuncia de malos tratos por parte de Juana, solo una sustracción de los menores a espaldas de Francesco Arcuri.
Los tres errores de Francesco en su denuncia a Juana
Tres son los errores que, según nos relata el entorno de Juana en exclusiva, ha cometido Francesco a la hora de tramitar la denuncia por sustracción de menores a su expareja. Unos errores que bien podrían servir para desestimar dicha demanda. El primero de ellos en un error burocrático que se ha obviado, pues la denuncia ha seguido su curso. En la primera hoja de la demanda Francesco pide la restitución de uno de los niños. No nombra cuál, para ello se adjunta una segunda hoja en la que especifica el nombre de los dos menores, a pesar del formulario solo permite la inscripción de una persona.
El segundo error es, más bien, una mentira según fuentes cercanas a Juana Rivas. En la página cuatro de la denuncia de Francesco se especifica que los menores están en España y que "no se conoce la dirección real donde se han escondido a los menores". Según el entorno de Juana, Francesco conocía perfectamente el domicilio en el que se encontraban los niños, y no solo eso. Según ellos, el padre hablaba por teléfono con los críos de manera habitual e incluso los había visitado con anterioridad en dicho domicilio. Según Juana, cuenta con un vídeo que acredita uno de estos encuentros en dicho domicilio.
El tercer error es, quizá, el más grave. Los documentos emitidos por el ayuntamiento de Carloforte (con información relativa a los menores) mencionan expresamente la siguiente frase: "Il presente certificado non puó essere prodotto agli organi dalla pubblica Aministrazione o ai privati gestori di servizie pueblici", lo que se traduce como "El presente certificado no puede ser entregado a las administraciones públicas o a privados de servicios públicos". Un apunte que, en principio, no tendría mayor importancia si no fuera porque, en primer lugar, los documentos se aportan a administraciones públicas a pesar de su prohibición, y en segundo lugar, porque en la demanda traducida que recibe Juana Rivas esta frase se ha eliminado. Un hecho que ni el propio entorno de la demandada se atreve a valorar.
"Voy a amargarte la vida y tengo dinero de sobra para ello"
Estas son, según un testigo, las palabras textuales que Juana tuvo que escuchar por parte de su expareja. Según su entorno familiar, los hijos no tienen ningún tipo de vínculo emocional con el padre y no quieren volver a Italia con él. Hasta ahora han estado escondidos junto a su madre, a espera de que su caso se solucione cuanto antes mientras media España grita "Juana está en mi casa" en apoyo a la granadina. Una historia que tiene como eje principal un conflicto burocrático que ha destapado una larga historia de tormentosa relación sentimental, y que ha dejado a Juana ante una situación sumamente complicada. Mientras ella huye con sus críos con la intención de protegerlos, Francesco divulga su versión de los hechos. Una versión que nada tiene que ver con la de Juana. Una historia que solo puede tener un final feliz para uno de los dos.